Somos un pueblo nacido en la Pascua. Nuestras vidas se centran en el Señor resucitado que continúa salvándonos, redimiéndonos y nutriéndonos con su propia vida y amor. En última instancia, vivimos en y a través de Cristo resucitado.
Si bien hay muchas historias de la Pascua, la historia de Emaús es mi favorita.
Meditemos por un momento en lo que sucedió. Dos discípulos temerosos y desanimados toman la decisión equivocada y van por el camino equivocado dejando atrás a Jerusalén y a la comunidad de fe. Claramente están en el camino equivocado, pero están convencidos de que esa es la mejor decisión.
Jesús se une a ellos por su camino equivocado, pero están tan cegados de que su decisión de irse es la mejor y más sabia decisión que no se dan cuenta de que es Jesús mismo caminando a su lado. Sí, Jesús nunca abandona a nadie, incluso aquellos que toman la decisión equivocada y siguen el camino equivocado.
El Señor inicia una conversación con ellos y comienza a escuchar de ellos lo que ya sabe, no están contentos con la forma en que sucedieron las cosas en estos últimos días. Tenían otras expectativas y el Viernes Santo y la cruz dejó en claro que sus expectativas no se iban a realizar.
Aquí es cuando Jesús comienza a ofrecer alguna corrección fraterna con algunas palabras duras al principio.
“‘¡Hombres duros de entendimiento, cómo les cuesta creer todo lo que anunciaron los profetas! ¿No será necesario que el Mesías soportara esos sufrimientos para entrar en su gloria?’ Y comenzando por Moisés y continuando en todas las Escrituras lo que se refería a él" (Lc 30, 25-27).
Jesús estaba abriendo su apetito con una explicación de la Palabra de Dios.
Al llegar a la ciudad equivocada por el camino equivocado, tenían el apetito abierto y querían más, así que le pidieron al "extraño" que se quedara con ellos. Lo hizo, y siempre se quedará con aquellos que tienen hambre de él. ¡Entonces, sucedió!
“… Y estando a la mesa, tomó el pan y pronunció la bendición; luego lo partió y se lo dio. Entonces los ojos de los discípulos se abrieron y lo reconocieron, pero él había desaparecido de su vista. Y se decían: ‘¿No ardía acaso nuestro corazón, mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?’" (Lc 24, 30-32)
Sus corazones ardían dentro de ellos con la Palabra de Dios. Una palabra poderosa y viva que les trajo el fuego de la amorosa verdad de Dios y los preparó para partir el pan. La Palabra de Dios siempre nos prepara para partir el pan, la Eucaristía, en cada misa. Después de recibir la Palabra y la Eucaristía regresan al camino correcto y a la comunidad de fe.
El Papa Francisco dijo en su Motu Proprio Aperuit Illis:
“La relación entre el Resucitado, la comunidad de creyentes y la Sagrada Escritura es intensamente vital para nuestra identidad. Si el Señor no nos introduce es imposible comprender en profundidad la Sagrada Escritura, pero lo contrario también es cierto: sin la Sagrada Escritura, los acontecimientos de la misión de Jesús y de su Iglesia en el mundo permanecen indescifrables. San Jerónimo escribió con verdad: ‘La ignorancia de las Escrituras es ignorancia de Cristo’”.
Para celebrar el don divino de la Palabra de Dios, el Papa Francisco, en respuesta a las voces de los cristianos en todo el mundo, ha agregado una nueva celebración a nuestro calendario litúrgico que se celebrará el Tercer Domingo del Tiempo Ordinario, que será llamado, Domingo de la Palabra de Dios.
El párrafo 3 del Motu Proprio termina con estas palabras: “Las comunidades encontrarán el modo de vivir este Domingo como un día solemne. En cualquier caso, será importante que en la celebración eucarística se entronice el texto sagrado, a fin de hacer evidente a la asamblea el valor normativo que tiene la Palabra de Dios. En este domingo, de manera especial, será útil destacar su proclamación y adaptar la homilía para poner de relieve el servicio que se hace a la Palabra del Señor… Asimismo, los párrocos podrán encontrar el modo de entregar la Biblia, o uno de sus libros, a toda la asamblea, para resaltar la importancia de seguir en la vida diaria la lectura, la profundización y la oración con la Sagrada Escritura, con una particular consideración a la lectio divina.”.
¡El fin de semana del 26 de enero será histórico, nuestra primera celebración del Domingo de la Palabra de Dios! Hemos estado celebrando el Domingo de Corpus Christi durante muchos años y al hacerlo destacamos la segunda parte de la Misa, la Liturgia de la Eucaristía. Ha llegado el momento de la primera parte de la Misa. Ahora, destacaremos la Palabra de Dios, el centro vivificador de la Liturgia de la Palabra. Que sigamos viviendo por la Eucaristía y también por su Palabra. Que siempre estemos abiertos a su amor, primero en su Palabra, luego en su Carne.
Los invito a acercarse al sagrario con su Biblia y agradecer a Jesús por el don de su Palabra. Si bien no todos podemos tener un sagrario personal en nuestros hogares, todos podemos tener una Biblia personal para celebrar y pasar tiempo con Jesús presente en su Palabra.