La declaración que hiciera el arzobispo José Gómez el día que Joseph R. Biden tomó posesión como el 46avo presidente de los Estados Unidos, apenas el segundo presidente católico, se hizo profética en menos de 48 horas.
El arzobispo Gómez habló como presidente de la Conferencia de Obispos Católicos sobre la importancia de este momento histórico. Un presidente de los Estados Unidos que frecuentemente hace demostraciones públicas de su fe y piedad puede ser una oportunidad de testimonio público y diálogo fructífero, sobretodo en estos tiempos en que enfrentamos un secularismo agresivo e invasivo. El arzobispo Gómez destacó el deseo que tiene la Iglesia de trabajar con un presidente que entiende la importancia de la fe e instituciones religiosas.
Como un claro gesto simbólico, el presidente Biden invitó a miembros de ambos partidos políticos a que lo acompañaran a misa en la Catedral de San Mateo, antes de su toma de posesión. Quiere sanar a una nación dividida y ser el presidente de todos los norteamericanos. Quiere ser el presidente de la unidad.
Al tiempo que daba la bienvenida al nuevo presidente y le aseguraba nuestras oraciones y el deseo de trabajar con él, el arzobispo Gómez también enfatizaba los retos que enfrentaremos desde el principio, dado que se trata de un presidente para el que su fe católica es supuestamente muy importante. Desafortunadamente, muchos de los objetivos, políticas y promesas de gobierno que el presidente Biden ha mencionado, lo posicionan directamente en contra de las enseñanzas de la Iglesia Católica cuya fe profesa, y en la que dice encontrar paz y consuelo.
La intuición mostrada en la declaración del arzobispo Gómez se hizo evidente en menos de 48 horas. Dos días después de su toma de posesión, en el 48 aniversario de la decisión de la Suprema Corte conocida como Roe vs Wade que legalizara el aborto, la administración de Biden/Harris anunció su intención de codificar dicha decisión, una maniobra legal para que si, por alguna razón, Roe vs Wade es anulada, sea aún así imposible para los estados hacer que el aborto sea ilegal. Su declaración, de hecho, presentó de manera indirecta al aborto como una medida de salud pública.
Aparentemente este es apenas el primero de muchos intentos que buscarán desmantelar todos los triunfos y limitaciones que se habían logrado para reducir el gasto público en abortos. La política llamada de la Ciudad de México, que prohíbe fondos federales para organizaciones no gubernamentales internacionales que promueven el aborto, así como la Enmienda Hyde que prohíbe el uso de fondos federales para llevar a cabo abortos electivos, serían también eliminadas en los próximos días o semanas.
Y esto es apenas el principio. Las amenazas a la libertad religiosa están en el horizonte cercano, sobretodo en vista de las intenciones que ha mencionado la administración actual de promover la teoría de género y medidas contra la discriminación que harán muy difícil la operación de escuelas, ministerios de salud, servicios de adopción y otras obras caritativas católicas, sin la injerencia del gobierno y sin comprometer nuestra fe religiosa y principios morales.
Como lo dijo el arzobispo Gómez, nuestros principios morales no se alinean con las plataformas de ningún partido político. “Somos ante todo católicos, y solo buscamos seguir fielmente a Jesucristo y promover su visión de fraternidad y comunidad humanas.” Algunas de las políticas promovidas por la nueva administración ofrecerán oportunidades de colaboración, pero otras promoverán males morales y son una amenaza a la dignidad humana. A estas últimas debemos oponernos.
Otra razón por la cual yo estoy especialmente preocupado como pastor, es el hecho que el presidente Biden será el católico más prominente de nuestra nación. Apoyo el catolicismo público. Nuestra fe no es simplemente un asunto privado. Y él es abiertamente religioso. Es público sobre su fe católica. Se refiere a su fe y se apoya en ella a diario, especialmente en momentos de dificultades personales, como cuando sufrió la pérdida de su primera esposa y dos de sus hijos. La fe puede darnos paz y consuelo en momentos como estos.
Pero la fe no es solamente un consuelo. No es simplemente un paño de lágrimas. La fe debe ser una guía segura, para iluminarnos, pero también para corregirnos y retarnos. Nos enseña que debemos conformar nuestra vida a la de Cristo y que la verdad está expresada en las enseñanzas de la Iglesia, así como en la luz de la razón.
El riesgo que tenemos con esta nueva administración es el peligro real de un escándalo. Cuando el presidente se opone públicamente y socava las enseñanzas de la Iglesia por medio de sus acciones, otros pueden ser inducidos al error, y quizá llevados a cometer pecados debido a la confusión y a ese error introducido en sus conciencias.
El manto del liderazgo tiene una carga pesada. A un hermano católico se le ha confiado el liderazgo de esta gran nación. En caridad, tenemos la obligación de orar por él. Pidamos por su conversión constante y por la valentía y sabiduría para liderar de tal manera que honre la dignidad de toda vida humana, desde su concepción hasta su muerte natural. Oremos para sea un instrumento del Señor para sanar a una nación dividida y promover la paz y armonía en el mundo entero.