by Pedro A. Moreno, O.P. Secretariado de Evangelización y Catequesis
Amor hacia Dios y hacia nuestros hermanos y hermanas.
Al ver que llegó la temporada de compras navideñas, según las decoraciones en las grandes tiendas, les tengo una pregunta. ¿Qué pasó con los regalos que recibiste la Navidad pasada?
¿Usaste tus tarjetas de regalo? ¿Usaste las colonias y los perfumes? ¿Qué hay de esos libros? ¿Leíste alguno de ellos? ¿Te pusiste el suéter? ¿Jugaste con los diversos juegos? ¿Disfrutaste del regalo sobre unos bloquecitos de hielo o te lo tomaste un trago a la vez? ¿Qué hiciste con los regalos?
Alguien te obsequió ese regaló con mucho amor. Alguien pensó que otorgarte esos dones era un acto de justicia. Alguien creyó que te lo merecías. Su amor por el donante de regalos se manifiesta en la apreciación del regalo y su uso y disfrute de ese regalo.
Dios nos ha obsequiado de muchas maneras. La creación es un ejemplo perfecto. Abusar o destruir la naturaleza es una clara falta de aprecio y, por lo tanto, una ausencia de amor hacia Dios y un acto de injusticia hacia tus hermanos y hermanas que no pueden disfrutar de lo que destruiste y que fue un regalo para todos.
De la misma manera, robar las posesiones y los dones de otra persona es un acto de injusticia y una ausencia de amor hacia el propietario, y, sobre todo, una ausencia de amor hacia Dios que nos dio el mandato de no robar y de amarnos unos a otros. El Catecismo de la Iglesia Católica, párrafo 2401, presenta el séptimo mandamiento de la siguiente manera:
‘El séptimo mandamiento prohíbe tomar o retener el bien del prójimo injustamente y perjudicar de cualquier manera al prójimo en sus bienes. Prescribe la justicia y la caridad en la gestión de los bienes terrenos y de los frutos del trabajo de los hombres. Con miras al bien común exige el respeto del destino universal de los bienes y del derecho de propiedad privada. La vida cristiana se esfuerza por ordenar a Dios y a la caridad fraterna los bienes de este mundo.”
Está claro que las personas son más importantes que las cosas. El séptimo mandamiento reúne la justicia y el amor debido a nuestros hermanos y hermanas con el uso y cuidado de los bienes terrenales y los frutos del trabajo de cada uno. Este es el fundamento de las enseñanzas social de la Iglesia Católica.
No robar no es solo un acto de respeto por algo y los derechos de propiedad de otra persona es sobre todo un acto de amor para el propietario, tu hermano o hermana y para Dios.
Los Siete Temas del Enseñanza Social Católica En estas breves reflexiones se destacan varios temas claves en el corazón de la tradición social católica.
La vida y la dignidad de la persona La Iglesia Católica proclama que la vida humana es sagrada y que la dignidad de la persona es la base de una visión moral para la sociedad. Creemos que toda persona tiene un valor inestimable, que las personas son más importantes que las cosas y que la medida de cada institución está en si amenaza o acrecienta la vida y la dignidad de la persona humana.
El llamado a la familia, a la comunidad y a la participación La persona no sólo es sagrada sino también social. El matrimonio y la familia son las instituciones centrales de la sociedad y éstas deben ser apoyadas y no minadas. Creemos que todas las personas tienen el derecho y el deber de participar en la sociedad.
Los derechos y deberes La tradición católica enseña que se puede proteger la dignidad humana y se puede establecer una comunidad saludable sólo si se respetan los derechos humanos y se cumple con los deberes.
La opción por los pobres e indefensos Una prueba moral básica es cómo les va a los miembros más indefensos. Nuestra tradición recuerda la historia del Juicio Final (Mt. 25:31-46) y nos enseña a preocuparnos primero por las necesidades de los pobres e indefensos.
La dignidad del trabajo y los derechos de los trabajadores Si se ha de proteger la dignidad del trabajo, entonces debe respetarse los derechos básicos de los trabajadores-el derecho a un trabajo productivo, a salarios adecuados y justos, a la propiedad privada y a la iniciativa económica.
La solidaridad Somos una familia humana cualesquiera que sean nuestras diferencias nacionales, raciales, étnicas, económicas e ideológicas. En el mero centro de la virtud de la solidaridad está la búsqueda de la justicia y la paz. El Evangelio nos llama a ser pacificadores.
El cuidado por la creación de Dios Nosotros mostramos nuestro respeto por el Creador cuidando la creación. El cuidado por la tierra es un requisito de nuestra fe. Estamos llamados a proteger a las personas y al planeta viviendo nuestra fe en relación con toda la creación de Dios.
Para aprender más sobre este tema, visite en línea a http://www.usccb.org/beliefs-and-teachings/what-we-believe/catholic-social-teaching/la-ensenanza-social-catolica.cfm#1