En cada diócesis Católica, la catedral no es solo un edificio de ladrillo y cemento, si no que representa un símbolo profundo de fe y comunión.
Las catedrales se convierten inevitablemente en el corazón espiritual de cada comunidad católica. Una catedral manifiesta el testimonio visible de la misión de la Iglesia, proclamando la presencia de Cristo en palabra y sacramento de generación en generación.
Es la iglesia del obispo.
El término catedral deriva de la palabra en latín cathedra, que significa “trono” o “sede”. La cátedra en cada catedral se refiere a la misión de enseñanar, gobernar y santificar del obispo como sucesor de los apóstoles en una diócesis. Cuando el obispo de la Iglesia local celebra la liturgia y predica en su catedral, se convierte en un recordatorio vital de nuestra comunión con los católicos de todo el mundo a través de la tradición apostólica viva.
Frecuentemente, la belleza arquitectónica de las catedrales desempeña un papel esencial en su importancia simbólica. Torres majestuosas, vitrales impresionantes, altares finamente elaborados: todos estos elementos de diseño nos recuerdan que la Iglesia está llamada a elevar al Cielo los corazones y las mentes de todas las personas.
San Agustín señaló una vez que la belleza dentro de la iglesia sirve para reflejar la belleza de Dios mismo.
Nuestra catedral, bajo la advocación de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, es un excelente ejemplo de la importancia que adquiere una catedral en la vida de la Iglesia local. ¡Imagínense los centenares de ordenaciones que se han celebrado en la Catedral de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro en los últimos 100 años!
Cuando visite la Catedral de Nuestra Señora, le llamará la atención la impresionante imagen de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, situada en lo alto del altar, en el centro del santuario. La imagen y la devoción datan del siglo XV y tienen su origen en la Iglesia bizantina. La pintura muestra al Niño Jesús en brazos de María.
Según un relato antiguo, el niño Jesús habría tenido una visión en la que los arcángeles Miguel y Gabriel le mostraban los instrumentos de su futura Pasión. Asustado, corrió a los brazos de su amorosa madre y, al correr hacia María, una de las correas de sus sandalias se rompió y aparece colgando de su pie.
La devoción a esta imagen demuestra la confianza de tantos cristianos en el amor de la Virgen por todos sus hijos y el aprecio permanente de su papel como modelo de fe inquebrantable.
Generaciones de católicos han venerado la imagen, que se ha convertido para nosotros, los católicos del centro y oeste de Oklahoma, en una imagen estrechamente relacionada con el elegante estilo renacentista italiano de esta iglesia construida hace 100 años en lo que entonces era la periferia de Oklahoma City.
La historia de Nuestra Señora es digna de contarse. Establecida como parroquia en 1919 por el obispo Theophile Meerschaert (y cubriendo 80 millas cuadradas), muchos inmigrantes irlandeses y polacos fueron los primeros feligreses. La construcción de la iglesia que hoy vemos comenzó en 1923, durante un periodo de rápida expansión de Oklahoma City. El último ladrillo se colocó en febrero de 1924.
En 1930, cuando la Diócesis de Oklahoma se convirtió en la Diócesis de Oklahoma City y Tulsa, la iglesia de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro se convirtió en la Catedral de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro (junto con la Catedral de la Sagrada Familia en Tulsa).
Muchos residentes la llamaban la “Catedral Roja” por el color intenso de sus ladrillos. Se hicieron renovaciones en 1947, 1975 y 1993, por lo que el edificio y la comunidad que en él se congrega han experimentado muchos cambios en los últimos 100 años.
En la década de 1970, tras la traumática caída de Saigón en manos de las fuerzas comunistas, miles de refugiados vietnamitas huyeron de su país, en su mayoría bajo las peores circunstancias. La Iglesia Católica de Oklahoma City se mostró especialmente generosa y miles de vietnamitas se instalaron en el centro de Oklahoma.
La Catedral de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro se convirtió en el primer hogar de fe para estas familias vietnamitas católicas. Su presencia en la parroquia de la catedral y en Oklahoma City ha resultado ser una enorme bendición para nuestra arquidiócesis y nuestra comunidad.
Hoy que nuestra catedral celebra su centenario, deseo felicitar a la comunidad de Nuestra Señora por su larga historia de testimonio fiel del Evangelio y de servicio a la arquidiócesis de Oklahoma City. Como debe ser, nuestra catedral es conocida por sus bellas liturgias y su música sacra, así como por su labor de difusión, su excelente escuela y su cálida hospitalidad.
Exhorto a todos los católicos para que hagan una peregrinación a la Catedral de Nuestra Señora antes de que termine el año del centenario, y para que den gracias y alaben a Dios por la vitalidad de la fe católica en Oklahoma y por la constante intercesión de Nuestra Señora.