San Ignacio de Loyola toma muy en serio la existencia y la actividad de Satanás. En sus clásicos “Ejercicios Espirituales”, se refiere al diablo como el enemigo de nuestra naturaleza humana. Satanás nos odia.
Esta no es una idea que San Ignacio descubrió por su cuenta. Su convicción se basa en el testimonio de la Biblia. En la primera carta de San Pedro leemos: “Sean sobrios y estén vigilantes, porque su enemigo, el diablo, ronda como león rugiente buscando a quién devorar.” (1Pe 5: 8).
El odio de Satanás a todo lo humano y sagrado se ha desenmascarado recientemente de una manera sorprendentemente inequívoca. No hay otra forma de explicarlo. El 22 de enero marcó el 46to aniversario de la decisión Roe v. Wade de la Corte Suprema de EE. UU. que legalizó el aborto en nuestro país. Esa decisión infame ha llevado a la muerte de más de 60 millones de niños inocentes en los Estados Unidos (aproximadamente el tamaño de la población de Italia).
Este año, como en todos los años desde 1973, mujeres, hombres y jóvenes pro-vida en todo el país observaron el aniversario con oración y penitencia lamentando solemnemente la destrucción de estos santos inocentes y los efectos devastadores que el aborto ha tenido en muchos otros.
En este mismo día, los legisladores de Nueva York alzaron sus voces en un fervoroso júbilo cuando el gobernador católico, Andrew Cuomo, promulgó un proyecto de ley que hacía que el derecho al aborto hasta el día del nacimiento fuera un derecho constitucional en ese estado.
Aparentemente preocupado porque la ola de apoyo público se está volviendo contra ellos y que los cambios en la composición de la Corte Suprema de los Estados Unidos podrían socavar a Roe v. Wade, activistas a favor del aborto y legisladores liderados por su gobernador quieren asegurar que el acceso al aborto sin restricciones siga siendo la ley en todo el territorio del estado de Nueva York, no importa el destino legal de Roe v. Wade.
La celebración indecorosa (vea los videos) continuó durante toda la noche mientras la Torre de la Libertad, que marca el lugar sagrado del ataque del 9/11 que mató a casi 2,000 personas inocentes, se iluminó en rosa para celebrar el derecho de las mujeres a matar a sus hijos. Satanás seguramente sonrió con su sonrisa insidiosa.
Al mismo tiempo, un intento aún más atroz en Virginia buscó promover una legislación que hubiera ido aún más lejos. Un proyecto de ley que habría permitido el aborto durante 40 semanas de embarazo, incluso hasta el momento en que una mujer estuviera en el proceso de dar a luz, se presentó al comité. La medida elimina la distinción entre aborto e infanticidio.
Interrogado sobre el impacto de un proyecto de ley de este tipo, el gobernador Ralph Northam reconoció que incluso si un niño naciera vivo durante un intento de abortarlo en ese último momento, sería permisible por ley el negarle atención médica; simplemente dejarlo morir. Satanás seguramente debió haber estado sonriendo con una sonrisa macabra mientras este proyecto de ley se estaba debatiendo. Afortunadamente, esta medida fue derrotada y no avanzó.
Claramente, hemos alcanzado un nuevo nivel de insensible desprecio por lo sagrado de la vida humana inocente. Habiendo regresado recientemente de la Marcha por la Vida y atestiguado a los cientos de miles de jóvenes que defienden la vida y escuchando las aseguranzas de legisladores e incluso miembros de la administración que declaran su apoyo a las vidas de estos niños inocentes más vulnerables, es posible dejarse llevar por una peligrosa falsa sensación de seguridad. Cuando el diablo vea que está perdiendo terreno en esta batalla entre la vida y la muerte, redoblará sus esfuerzos. Estos últimos ataques a la vida y la dignidad humana son una clara evidencia de que sus esfuerzos continúan con un vigor cada vez más intenso. Se está abriendo un nuevo frente de batalla. El infanticidio es probablemente el próximo desafío que debemos enfrentar.
Únase a personas de buena voluntad en todas partes para defender a los bebés no nacidos y los ya nacidos de muertes tan horripilantes. La vida es sagrada desde la concepción hasta la muerte natural. La vida será victoriosa.