Este año marca el 50 aniversario de la profética carta encíclica del beato Pablo VI, "Humanae Vitae" (Sobre la vida humana), publicada el 25 de julio de 1968.
El Papa Pablo VI le recordó a los católicos y a todas las personas de buena voluntad que algo tan sagrado como la transmisión de la vida humana no puede separarse de sus amarras morales sin consecuencias graves para los individuos, matrimonios, familias, y la sociedad en general. La transmisión de la vida y la dignidad del amor conyugal están integralmente entrelazados. Ambos son sagrados.
Los amarres morales que aseguran el respeto por la dignidad del amor sexual humano están arraigados en el plan de Dios para el matrimonio. El acto conyugal (amor sexual entre cónyuges) tiene un significado que proviene del Creador. Como signo y expresión de la alianza conyugal, cada acto conyugal debe ser tanto unitivo (un acto de amor mutuo donde se entregan el uno al otro) como procreativo (abierto a la transmisión de la vida).
Separar estos dos impide que la expresión íntima del amor conyugal realice su propósito divinamente intencionado. Participar en actividades sexuales fuera del matrimonio o con fines egoístas o al interferir con su fecundidad natural mediante el uso de los anticonceptivos es un rechazo del significado y el propósito intencional de Dios. Es pecaminoso.
La publicación de "Humanae Vitae" fue una reafirmación de la enseñanza moral tradicional de la Iglesia Católica. Se encontró con una controversia generalizada y una disidencia vocal que era sintomática de la época.
1968 fue un año de disturbios sociales y políticos masivos en todo el mundo. En los Estados Unidos, fue el año de los asesinatos del Senador Robert Kennedy y el Dr. Martin Luther King Jr. Era el momento culminante de la participación estadounidense en la guerra de Vietnam. Fue un año de disturbios en las universidades y las ciudades de todo el país, incluso en la Convención Nacional Demócrata en Chicago. No debe sorprendernos que el desafío a la autoridad que caracterizó a esa edad, y la nuestra, haya afectado la forma en que esta enseñanza fuera recibida por muchos dentro de la Iglesia Católica y ciertamente por aquellos fuera de la Iglesia.
La mentalidad secular dice que los seres humanos, en lugar de Dios, son la medida de todas las cosas. El bien y el mal se determinan sobre la base de lo que es práctico en lugar de lo que es verdadero o bueno. Esta cosmovisión valora más los resultados prácticos sobre la razón.
También ha afectado las actitudes y los valores de muchos en la Iglesia. Incomodos con ser "signos de contradicción", algunos prefieren acomodar el Evangelio y las enseñanzas de la Iglesia a la sabiduría del mundo. La sal pierde su sabor (Mateo 5:13). La Iglesia pierde su credibilidad como testigo.
El Papa Pablo VI tuvo una visión profética al reconocer las graves consecuencias que se producen cuando las personas no consideran hacia dónde se dirige una sociedad que acepta el control artificial de la natalidad. Separar el sexo de los bebés tiene consecuencias desastrosas y de largo alcance. Una mentalidad anticonceptiva llevaría inevitablemente, dijo el Beato Pablo VI, hacia la "infidelidad conyugal y a la degradación general de la moralidad".
Sería desastroso para el matrimonio y las familias, y llevaría a la pérdida del respeto por las mujeres, hasta el punto de “considerarla como simple instrumento de goce egoísta y no como a compañera, respetada y amada."
Ciertamente, muchos problemas familiares y males sociales están relacionados con esta mentalidad anticonceptiva generalizada que separa el amor sexual de su contexto apropiado en el plan divino para el matrimonio. La reciente redefinición judicial del matrimonio es un claro resultado de esta separación.
El rechazo a aceptar el plan de Dios al crearnos varón y mujer con una complementariedad natural entre los sexos ha llevado a la confusión de género en una escala masiva. Ha llevado a poblaciones en declive y a un "invierno demográfico" en muchos países.
El divorcio en alza, la tolerancia generalizada a la actividad extramatrimonial y homosexual, el aborto y una serie de otros problemas siguen a continuación. La pérdida del respeto por el plan de Dios para el matrimonio erosiona el respeto por la dignidad de la sexualidad humana y la sacralidad de la vida.
Ha contribuido a la explosión de la pornografía como una industria multimillonaria y la sociedad se desliza hacia la adopción de la eutanasia, la experimentación con células madre embrionarias e incluso la clonación humana. En lugar de reverenciarnos unos a otros, nos usamos unos a otros como instrumentos para nuestros propios propósitos egoístas y el disfrute.
La Iglesia no puede cambiar su enseñanza sobre la inmoralidad de los contraceptivos artificiales, por muy impopular y reconociblemente difícil que pueda ser abrazarla y vivirla. La Iglesia no crea la ley moral, sino que es solo su guardián e intérprete. En última instancia, los contraceptivos son moralmente inaceptables porque son contrarios al bien verdadero tanto de la persona humana como del matrimonio.
Los católicos que se esfuerzan por vivir de acuerdo con las enseñanzas de la Iglesia encontrarán la asistencia divina recurriendo a la gracia de los sacramentos, especialmente al Sacramento de la Penitencia y la Eucaristía, así como a la oración y el cultivo de la virtud.
Un regalo invaluable también está disponible a través de los métodos científicamente probados de Planificación Natural de la Familia. La PNF es un medio saludable de planificación familiar que permite a las parejas cooperar con Dios y entre sí en el espaciamiento de los embarazos de una manera que realmente fortalece su relación.
Tal vez ahora sea un buen momento para echarle un vistazo a los beneficios que la PNF puede ofrecerle a usted y a su matrimonio.