by Pedro A. Moreno, O.P. Secretariado de Evangelización y Catequesis
Historiador y periodista investigativo
El Evangelio más grande, y el único Evangelio donde el escritor continúa con un segundo volumen que cuenta la historia de Jesús y la Iglesia después de la Ascensión, es el Evangelio inspirado por Dios según Lucas. No es judío ni fue uno de los seguidores originales de Cristo. Pero, para compensar esto, investiga y entrevista a los testigos reales de la vida de nuestro Señor, Jesucristo.
Aquí está su introducción al evangelio:
"Algunas personas han hecho empeño por ordenar una narración de los acontecimientos que se han cumplido entre nosotros, tal como nos han sido transmitidos por aquellos que fueron los primeros testigos y que después se hicieron servidores de la Palabra. Después de haber investigado cuidadosamente todo desde el principio, también a mí me ha parecido bueno escribir un relato ordenado para ti, ilustre Teófilo. De este modo podrás verificar la solidez de la catequesis que has recibido.” (Lucas 1, 1-4).
Lucas es único. Mientras que Mateo era para los seguidores judíos de Cristo, y Marcos era para los seguidores no judíos del Señor, Lucas trae el claro mensaje de que las promesas salvadoras de Dios a su pueblo elegido se cumplieron en Jesús y todos pueden beneficiarse de su sacrificio. ¡Las Buena Nueva, noticia salvadora y redentora de Jesucristo, es para todos!
Lucas compartirá con nosotros las palabras y los hechos de Jesús, y mucho más. Él nos da detalles únicos, algunos de los cuales deben haber venido de la Santísima Virgen María, lo del nacimiento, ministerio público, pasión, muerte y resurrección de Jesús. Dirige sus escritos inspirados en Dios a Teófilo, que significa "amigo de Dios" y espera que otros lectores puedan experimentar al Cristo que él mismo ha encontrado a través de los testigos vivos de la comunidad de fe.
Lucas, de una manera muy ordenada y deliberada, se esfuerza por responder a la pregunta que todos hacen, "¿Quién es este hombre, Jesucristo?" Después de su prólogo, que incluye las narraciones de la infancia, la primera parte del Evangelio está dedicada al ministerio de Jesús en Galilea. La segunda parte está dedicada al viaje del Señor hacia Jerusalén, mientras que la tercera y última parte del Evangelio se centra en el ministerio de Jesús en Jerusalén. El Evangelio termina con el Señor pidiendo a los apóstoles que se queden en Jerusalén para la venida del Espíritu Santo y la Ascensión. Todo lo demás continúa en el volumen dos, Hechos de los Apóstoles.
Un título especial dado a Jesús en este Evangelio es el de profeta. Aquí les ofrezco algunos ejemplos:
- “Un santo temor se apoderó de todos y alababan a Dios, diciendo: ‘Es un gran profeta el que nos ha llegado. Dios ha visitado a su pueblo.’” (Lucas 7, 16).
- “Unos dicen que eres Juan Bautista, otros que Elías, y otros que eres alguno de los profetas antiguos que ha resucitado.” (Lucas 9, 19).
- “Pero tengo que seguir mi camino hoy, mañana y pasado mañana, porque no es correcto que un profeta sea asesinado fuera de Jerusalén.” (Lucas 13, 33).
No hay mayor profeta que Jesucristo. Él es el único profeta que es Dios y hombre. Lucas hace un punto para mostrar la unidad entre Cristo y el Espíritu Santo y cómo este es el fundamento de él como profeta.
Lucas también habla de Jesús como salvador. Aquí hay dos ejemplos:
- “hoy, en la ciudad de David, ha nacido para ustedes un Salvador, que es el Mesías y el Señor.” (Lucas 2, 11).
- “Ahora, Señor, ya puedes dejar que tu servidor muera en paz, como le has dicho. Porque mis ojos han visto a tu salvador, que has preparado y ofreces a todos los pueblos, luz que se revelará a las naciones y gloria de tu pueblo, Israel.” (Lucas 2, 29-32).
El tercer título para Jesús más usado en Lucas es el de Señor. Señor, usado más de 100 veces por Lucas en cada uno de sus dos volúmenes, es la palabra usada en lugar del nombre propio de Dios en el Antiguo Testamento, además de ser una forma formal de dirigirse a otro caballero. Lucas está usando el término de la manera más profunda posible.
Jesús es el Mesías de todos. La salvación es para todos. Jesús es Señor. El cristianismo se debe vivir sin apegos mundanos, en servicio amoroso y, sobre todo, a través de vidas de oración. Esto es discipulado.