Recientemente visité una de mis librerías favoritas. El letrero de “venta” me llamó la atención, así que me acerqué a una mesa con algunos títulos de libros famosos. Uno de los libros a la venta era una Biblia, o eso pensé. Era una hermosa edición de cuero negro con bordes dorados y también se veía una cinta marcadora.
Lo recogí para ver qué traducción de la Biblia estaba en oferta y cuando lo abrí, ¡¡¡sorpresa!!! Esta no era una Biblia real, solo un diario con páginas en blanco.
Inmediatamente pensé en el gran santo dominico, entre los miembros más venerados de la Orden de Predicadores, Santo Tomás de Aquino y dije: “¡Esto es un ejemplo de transubstanciación negativa o inversa!”
Déjenme explicar. Una forma de ver todo lo que nos rodea es distinguir entre lo que vemos, apariencias o aspectos accidentales de cualquier cosa determinada, y lo que no vemos, pero sabemos que está ahí, la realidad interior, la verdad interior o la sustancia de algo. En otras palabras, sabemos que podría haber una diferencia entre lo que vemos y lo que realmente obtenemos.
Aquí hay un par de ejemplos. Un automóvil puede verse muy bien por fuera, pero si el motor está descompuesto y también necesita una nueva transmisión, entonces la sustancia de ese automóvil no coincide con el exterior llamativo. Aquí hay otro ejemplo: una persona puede verse muy bien, oler muy bien y vestirse de forma elegante, pero si esa persona tiene una personalidad horrible y es incapaz de tener una conversación honesta, entonces tenemos a una persona con algo sustancialmente desviada y errada en ella.
Con respecto a la Biblia mencionada anteriormente, tenía una simple expectativa, encontrar a Dios presente en su Palabra dentro de las cubiertas de cuero y los cantos dorados. La sustancia de lo que es una Biblia, la Palabra de Dios, fue movida o eliminada y solo nos quedaba páginas en blanco. Una transubstanciación, un cambio de sustancia que en vez de añadir valor quitaba lo de más valor. Una transubstanciación negativa o inversa. De tener sustancia, ahora no la tenía.
Santo Tomás originó esta idea, la transubstanciación, de manera positiva para explicar lo que sucede en la Misa durante la consagración, cuando Cristo, a través del sacerdote, dice las palabras de la Última Cena sobre el pan y el vino. La apariencia del pan y el vino permanece igual mientras que la realidad interior, la substancia, se mueve o cambia en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. "Trans" significa cambiar o moverse, y "substancia" es la realidad interna o la verdad más profunda de algo. La realidad interior, la substancia del pan y el vino son ahora el Cuerpo y la Sangre de Cristo mientras todavía vemos, olemos y gustamos (cualidades externas o accidentales) el pan y el vino.
En cuanto a la supuesta Biblia que estaba a la venta, la llamo transubstanciación inversa o negativa porque pasó de tener la sustancia de Dios presente en su Palabra a tener una cero substancia. El exterior implicaba que había mucho dentro de las cubiertas, pero la impresora lo cambió y por dentro estaba vacío, no había nada.
Aquí les ofrezco las palabras del manual teológico más famoso de Santo Tomás de Aquino, la “Summa Theologiae”, Parte IIIa, Cuestión 75, Artículo 2, el final de su respuesta:
“…Porque toda la substancia del pan se convierte en toda la substancia del cuerpo de Cristo, y toda la substancia del vino, en toda la substancia de la sangre de Cristo. Por donde se ve que esta conversión no es formal, sino substancial, y no está contenida entre las conversiones que siguen el curso de la naturaleza, por lo que puede decirse que su nombre propio es el de transubstanciación.”
Mucha gente le tiene miedo a esta palabra, algunos han intentado usar otras palabras o incluso evitar usarla como si fuera una mala palabra, pero es la mejor palabra, entendida correctamente, para explicar lo que sucede en cada altar durante la consagración. Es posible que los niños no lo entiendan porque es un concepto abstracto, pero todos los demás deberían entenderla. Entender esta idea no reemplaza nuestra fe, pero muestra cuán razonable es nuestra fe y nos da una base sólida para creer firmemente en la Presencia Real de nuestro Señor Jesucristo en la Santa Eucaristía.
Entonces, los invito a visitar el sagrario y simplemente disfrutar amar y ser amados por Jesucristo. ¡Él realmente está ahí! Todo gracias a esa maravillosa palabra, transubstanciación. Transubstanciación… ¡Sí! Lo dije…