El tiempo de Adviento es un tiempo de preparación para la venida del Señor. Viene a nosotros en la historia, en el misterio y en majestad.
Reconocemos su venida histórica cuando celebramos la Navidad, es decir, el nacimiento de Jesús y todos los eventos alrededor de su nacimiento hace 2,000 años. Su venida en majestad se llevará a cabo al final de los tiempos, cuando regrese en gloria para juzgar a los vivos y a los muertos. Su venida en el misterio nos hace reconocerlo en todas las maneras en que viene a nosotros en medio de los otros dos “advientos”, por ejemplo, por medio de su palabra y los sacramentos; y en los sucesos del día a día que nos muestran su sabiduría y providencia amorosa en nuestras vidas.
La fe nos ayuda a discernir la venida del Señor y la presencia de su gracia en eventos ordinarios.
Mientras escribo esta columna, la FDA ha aprobado la primera vacuna contra el COVID elaborada por Pfizer, y está comenzando su distribución en todos los 50 estados. La vacunación ha comenzado. Una segunda aprobación para la vacuna de Moderna se espera que llegue en los próximos días. De manera correcta se califica a estos eventos como un notable logro científico, trayendo un rayo de esperanza a un mundo que ha sido devastado por el miedo, la enfermedad y la muerte desde que comenzó esta pandemia global.
Las personas de fe reconocemos este evento no solo como un maravilloso desarrollo científico y tecnológico que tiene el poder de salvar vidas, sino como una respuesta a nuestras oraciones. Jesús es el Señor de la historia. Él viene en nuestra ayuda. Sabemos que algunas veces el Señor trabaja por medios extraordinarios, como sucede con los milagros, pero la mayoría de las veces el Señor trabaja a través de simples medios humanos. Ha hecho de este un mundo inteligente y da el conocimiento y la sabiduría a los que buscan la verdad.
La ciencia misma es un regalo de Dios. Es un camino (aunque no el único camino) hacia la verdad. No existe contradicción entre la ciencia y la fe. La verdad es solo una. Sin embargo, la manera como se aplica la ciencia requiere evaluación ética más profunda.
Ciertamente le damos gracias a Dios por este descubrimiento científico que nos ofrece una luz brillante en medio de la oscuridad, el miedo y la inseguridad. Pero el descubrimiento de esta vacuna contra el COVID trae consigo otras preguntas. Aun cuando la FDA apruebe estas vacunas clasificándolas como seguras y eficaces, debemos preguntarnos si han sido desarrolladas de manera ética. Muchas veces, debemos preguntarnos si han sido desarrolladas usando células de bebés abortados. Y, si fue así, preguntarnos si podemos usarlas.
Hay mucha confusión y desinformación que circula sobre estas preguntas. Las vacunas de Pfizer y Moderna son completamente sintéticas. Ninguna de ellas usó líneas celulares originadas en tejidos fetales adquiridos por medio de abortos para producir las vacunas. De las muchas vacunas que siguen su proceso de aprobación por parte de la FDA, podemos decir que estas dos han sido elaboradas de manera ética. Una conexión muy remota con el aborto podría existir dado que ambas vacunas utilizaron una línea de células comprometidas en uno de sus exámenes de confirmación. Sin embargo, la conexión remota con el aborto es tan remota que no hace que la persona que reciba una vacuna sea moralmente cómplice con el acto del aborto.
Ese pudiera no ser el caso con otras vacunas que están desarrollándose. Si tenemos la opción de elegir, deberíamos elegir la vacuna que no involucre una cooperación material con el aborto, así sea remota. Sin embargo, es probable que no tengamos la posibilidad de elegir. Las vacunas serán distribuidas regionalmente y la vacuna que esté disponible en nuestra farmacia local podría ser solo una, sin darnos la oportunidad de elegir.
Dada la seriedad de la crisis de salud publica y el nivel tan remoto de cooperación con el aborto por haber usado líneas de células fetales que se utilizaron en una vacuna hace decenas de años, la Congregación para la Doctrina de la Fe del Vaticano, así como la Academia Pontificia para la Vida y el mismo presidente del Comité de Doctrina y Actividades Pro-Vida de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos, han afirmado claramente que no existe culpabilidad moral en el uso de vacunas comprometidas, sobretodo cuando no existe otra opción disponible de recibir una vacuna en el tiempo indicado, y considerando que habría un grave riesgo para nuestra salud y la de las personas que nos rodean, si no la recibimos.
Esto no quiere decir que debemos bajar la guardia cuando se trata de exigir vacunas elaboradas éticamente y dejar de denunciar nuestra desaprobación a vacunas que usan el aborto para producirse.
Cada persona debe tomar sus propias decisiones de salud en este tema. Ciertamente, los padres de familia deberán tomar decisiones para toda la familia. Esto hace todavía más importante que tengamos acceso a información confiable sobre estas vacunas, y no solo sobre sus riesgos y beneficios, sino sobre las implicaciones éticas involucradas en su elaboración y uso.
Yo, por mi parte, me formaré en la fila para recibir la vacuna contra el COVID tan pronto como mi turno esté disponible.