El 22 de enero de 1973 es un día solemne que pasará a la historia de nuestro país como un día de “infamia”. Hoy, el 24 de junio, en la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, esa infamia ha sido significativamente corregida.
Después de la muerte de más de 60 millones de niños inocentes no-nacidos, y como fruto de años de oración, lucha y defensa persistente de la santidad de la vida, la Corte Suprema de los Estados Unidos ha reconocido su error y juicio costosos. ¡Roe vs Wade ha sido derogado! ¡Bendigo sea Dios!
Aun cuando celebramos la victoria de la vida, el día de hoy nuestros corazones voltean a ver a esos niños no nacidos a los cuales se les quitó la oportunidad de vivir las vidas que Dios les había dado. Los ofrecemos a la misericordia de Jesús el Redentor y su Sacratísimo Corazón sabiendo que “su misericordia es eterna”.
También ponemos en su misericordioso Corazón a las madres heridas y lastimadas, a los padres y familias que aún continúan sufriendo por los efectos de abortos pasados, de los cuales no se hablan ni se conoce.
Tenemos la oportunidad de elevar nuestros corazones en acción de gracias a Dios por el don de la vida y esta victoria a favor de la vida. Pero es también una ocasión que nos recuerda de la necesidad de seguir ofreciendo cuidado y compasión a esas mujeres que se encuentran aún en situaciones difíciles, debido a embarazos no planeados o problemas en su embarazo.
La mayoría de las mujeres no quieren tener un aborto. Muchas eligen practicarse un aborto porque temen no tener el apoyo adecuado para llevar las cargas del embarazo y traer un niño al mundo. La Iglesia y todas sus organizaciones de ayuda y agencias afiliadas, y todos aquellos que valoran la vida, tenemos la responsabilidad de acompañar y apoyar a estas mujeres. ¡Es más importante que nunca! Tenemos que demostrar nuestro compromiso pro-vida en el cuidado y la defensa de la vida antes y después del nacimiento de un niño.
Este momento histórico es también un tiempo para renovar nuestra vigilancia. Muchos están enojados y hasta enfurecidos con esta decisión. Debemos ser prudentes y estar atentos y preparados para posibles escenas de violencia contra algunas personas y vandalismo en contra de agencias e Iglesias pro-vida. Pero debemos estar también espiritualmente vigilantes.
Esta es una batalla que va más allá de lo que podemos ver; es más que simples protestas y contra protestas. Las fuerzas de la muerte que han permitido el derramamiento de tanta sangre inocente a través del aborto y otras formas de violencia son más que económicas, políticas e ideológicas.
Existe una batalla antigua entre el Dios de la vida y el enemigo de la vida. ¡La vida saldrá victoriosa! Esta decisión de la Suprema Corte, la cual es una victoria para la vida, seguramente hará que el enemigo de la vida lance ataques aún más descarados. Las personas que pueden ver con los ojos de la fe deben estar atentas a los engaños de aquel que es conocido como el “padre de la mentira”.