¡Saludos en el Señor Resucitado! Que estos gloriosos días de Pascua sean una temporada de alegría y renovación para ustedes y sus seres queridos. Hemos enfrentado muchos desafíos el año pasado debido a COVID-19. Todos hemos sufrido pérdidas de alguna forma, desde la interrupción de nuestros patrones cotidianos normales hasta la pérdida de trabajos e incluso la pérdida de seres queridos y compañeros feligreses.
Una de las cosas más difíciles para muchos ha sido la incapacidad de participar regularmente en la Misa y en los sacramentos de la Iglesia. Eso fue realidad especialmente cuando se suspendieron las misas públicas debido a los peligros que representaba la pandemia. He escuchado muchas expresiones de gratitud por las pautas y mandatos implementados el verano pasado para que sea más seguro regresar a las celebraciones públicas de la Misa. La dispensa de la obligación dominical ha sido una disposición temporal para permitir que los católicos de la arquidiócesis regresen cuando sea seguro para ellos hacerlo y cuando haya espacio para ellos en iglesias con capacidades limitadas debido al distanciamiento social.
También he escuchado de algunos que estaban descontentos con nuestros mandatos y precauciones de seguridad. En dado caso, he hecho lo que creo que es lo mejor para del rebaño confiado a mi cuidado. Estoy agradecido por la paciencia y la caridad que muchos han demostrado al seguir estas pautas. Estoy agradecido por la creatividad de los párrocos, el personal y los voluntarios que han brindado acceso a la Misa en plataformas virtuales. Esta ha sido una medida provisional útil que les ha proporcionado a los feligreses una forma de participar espiritualmente en la Misa cuando no podían estar presentes en persona.
La participación virtual en la Misa nunca tuvo la intención de convertirse en un sustituto permanente para nosotros. De hecho, no puede convertirse en un sustituto permanente. Cristo está verdaderamente presente en la Eucaristía - su cuerpo, sangre, alma y divinidad.
Tampoco se pretendía que la dispensa de la obligación dominical fuera permanente. La participación en la misa dominical para los católicos es una forma esencial en que cumplimos el mandamiento divino de santificar el día del Señor. Somos un pueblo sacramental. Necesitamos congregarnos para adorar a Dios, recibir los sacramentos y dar testimonio de nuestra fe, no solo virtualmente, sino en persona.
Dios se envuelve de forma visible en la humanidad de Jesús y, en los sacramentos, se ofrece a nosotros en la liturgia de la Iglesia dándonos una participación real en la liturgia celestial. Los sacramentos comunican realidades invisibles bajo formas visibles y tangibles. Son canales únicos de gracia que Cristo instituyó para nuestra salvación. ¡Necesitamos la Misa y los sacramentos!
Con creciente interés, doy la bienvenida a los informes sobre la disminución de las infecciones por COVID, las hospitalizaciones y las muertes, junto con la disponibilidad ahora generalizada de vacunas en Oklahoma y el creciente número de adultos vacunados.
Teniendo en cuenta estos desarrollos alentadores, y después de consultar con párrocos, personal de oficina y otros profesionales, autorizo modificaciones adicionales a los lineamientos de COVID para la Arquidiócesis de Oklahoma City, a partir del 24 de abril de 2021.
Más significativamente, estoy levantando la dispensa de la obligación de asistir a la misa dominical, a partir del sábado 24 de abril de 2021. Si bien habrá excepciones para situaciones específicas, ¡es hora de que la mayoría de nosotros regresemos a la misa!
Los lineamientos adjuntos brindan información más específica.
Cuente con mis oraciones y mis mejores deseos.
Sinceramente suyo en Cristo,
Reverendísimo Paul S. Coakley Arzobispo de la ciudad de Oklahoma