Esta semana, a lo largo y ancho del mundo y marcada por diferentes prácticas culturales que van desde el cómo vestimos hasta lo que comemos o bebemos, las personas celebrarán la fiesta de San Patricio.
Aquí, en la Arquidiócesis de Oklahoma City, parroquias en Anadarko, Oklahoma City y Walters tendrán celebraciones especiales para honrar al santo patrono de Irlanda.
Como parte de nuestro reconocimiento a esta famosa, y ahora muy secularizada fiesta, es importante que recordemos el significado de la vida de San Patricio, de manera especial su ejemplo como discípulo misionero. La vida de San Patricio nos ofrece un modelo a seguir de cómo vivir, siempre buscando hacer la voluntad de Dios y predicando el evangelio a los que nos rodean.
San Patricio nació en Escocia en el año 387 y era ciudadano romano británico de nacimiento. Su padre era diácono y su madre era pariente de San Martin de Tours. Cuando Patricio tenía 15 años, fue capturado por maleantes y vendido como esclavo en Irlanda, donde pasó 6 años cuidando el ganado de su maestro.
Fue durante este tiempo de esclavitud que San Patricio desarrolló una fe profunda y comprometida. Fue también un periodo de tiempo providencial que lo llevó a conocer el idioma celta y el druidismo, los cuales eran parte predominante de la cultura pagana en Irlanda en ese tiempo. Fue a los miembros de esta antigua cultura celta a los que San Patricio eventualmente llevaría el evangelio.
Después de escapar de la esclavitud y regresar a su hogar en Escocia, San Patricio descubrió su vocación al sacerdocio. Después de un tiempo regresó a Irlanda, en donde se dedicó a evangelizar a los paganos.
Como se esperaría, los esfuerzos evangelizadores de San Patricio fueron recibidos con una inmediata y fuerte oposición por parte del pueblo druídico, pero él insistió. A través de su trabajo apostólico incansable, el pueblo de Irlanda conoció al Señor y el catolicismo se estableció de manera firme en Irlanda.
El celo apostólico y la persistencia es una característica común de muchos de nuestros santos más queridos, incluyendo al Beato Stanley Rother de Oklahoma. Como San Patricio, el Beato Stanley prosperó en un ambiente misionero lejos de su patria, predicando el evangelio en un idioma nuevo para él y bajo la amenaza de la persecución. Trabajó incansablemente para llevar el Evangelio y un sentido de dignidad a la gente de Santiago Atitlán y Cerro de Oro, dando la vida por su pueblo y por su fe.
El ejemplo de estos hombres es importante para nosotros hoy si queremos intentar navegar una sociedad que es hostil, a veces abiertamente hostil, a las enseñanzas de Jesús y de la Iglesia.
El mundo secular celebrará el día de San Patricio al tiempo que rechazará la Verdad que San Patricio tan valiente y amorosamente predicó al pueblo de Irlanda. Como católicos, estamos llamados a ser discípulos misioneros que proclaman la Palabra de Dios de manera fiel, que encuentran la fortaleza para predicar fielmente el evangelio a las personas de nuestro mundo y nuestro tiempo. Debemos permanecer fieles a la misión de la Iglesia que compartimos por nuestro bautismo.
A través de nuestro propio celo apostólico, y con la intercesión de San Patricio y el Beato Stanley, pido al Señor que usemos este tiempo de reflexión cuaresmal para llevar a que otras personas de verdad conozcan a San Patricio y apreciemos e imitemos su vida de servicio y devoción predicando el Evangelio.