Los Corintios pusieron a prueba los límites de Pablo
La ciudad de Corinto, en tiempos del Nuevo Testamento, era una ciudad grande con mucho que ofrecer, bueno y malo. Pablo vino a esta ciudad con la Buena Nueva de Jesucristo y un plan para evangelizar lenta pero seguramente, sembrar la semilla del Reino, en un ambiente inhóspito que por su propia naturaleza rechazó muchos de los valores del evangelio o trató de paganizarlos.
La Primera Carta a los Corintios cubre muchos temas. Cada tema se relaciona con los abusos, luchas internas y confusión que ocurre cuando la fe y la cultura pagana chocan. La fe quiere ir en una dirección que es contraria a la dirección y flujo de la cultura paganizada. Evangelizar en este contexto dividido, y a veces inmoral, es extremadamente difícil y, como consecuencia, está lleno de muchos malentendidos.
La segunda carta seguía todo lo que había sucedido después de la primera carta. Un problema único cubierto en la segunda carta fue el problema de algunos autodenominados líderes que engañaban a los demás y que intentaban pasarse en la comunidad como supuestos apóstoles, predicadores y maestros con enseñanzas que no tenían nada que ver con la enseñanza real de la iglesia o el evangelio. Este es un problema que todavía tenemos hoy, siempre ha sido un problema en la iglesia en todos sus niveles.
Raymond E. Brown, en su excelente libro “Una Introducción al Nuevo Testamento”, comparte con nosotros una memorable introducción a las cartas de Pablo a los Corintios. Aquí hay una parte de su párrafo inicial:
“El estado perturbado de los cristianos en Corinto explica la necesidad de tanta atención. Paradójicamente, la variedad de sus problemas ("teólogos" rivales, facciones, prácticas sexuales problemáticas, obligaciones matrimoniales, liturgia, roles en la iglesia) hace que la correspondencia sea excepcionalmente instructiva para los cristianos e iglesias con problemas en nuestros tiempos. Los intentos de vivir de acuerdo con el evangelio en la sociedad multiétnica e intercultural de Corinto plantearon problemas que aún se encuentran en las sociedades multiétnicas, multirraciales e interculturales de la actualidad”.
Lea estas cartas al pueblo de Corinto con cuidado. Pablo los estaba corrigiendo constantemente. Aquí hay unos ejemplos:
Los corintios preferían intensamente los placeres de la vida. Esta es la base de su incomodidad con el mensaje de la cruz.
“De todas maneras, no me envió Cristo a bautizar, sino a proclamar el Evangelio. ¡Y no con discursos sofisticados! no sea que borremos la cruz del Mesías. Bien es cierto que el lenguaje de la cruz resulta una locura para los que se pierden; pero para los que se salvan, para nosotros, es poder de Dios.” (1 Cor 1, 17-18)
Los Corintios preferían y disfrutaban de la idea y experiencia de espiritualidades esotéricas desconectadas de este mundo. Esta es la base de su preferencia al don de lenguas sobre el don de profecía.
“Busquen el amor y aspiren a los dones espirituales, especialmente al don de profecía. El que habla en lenguas habla a Dios, pero no a los hombres, pues nadie le entiende cuando habla en espíritu y dice cosas misteriosas. El que profetiza, en cambio, da a los demás firmeza, aliento y consuelo.” (1 Cor 14, 1-3)
Los Corintios preferían irse de fiesta para comer y beber en exceso. Por eso tuvieron problemas con una celebración ordenada de la Eucaristía.
“¿No tienen sus casas para comer y beber? ¿O es que desprecian a la Iglesia de Dios y quieren avergonzar a los que no tienen nada? ¿Qué les diré? ¿Tendré que aprobarlos? En esto no. Yo he recibido del Señor lo que a mi vez les he transmitido. El Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó pan y, después de dar gracias, lo partió diciendo: ‘Esto es mi cuerpo, que es entregado por ustedes; hagan esto en memoria mía.’” (1 Cor 11, 22-24)
Los Corintios disfrutaban de un buen predicador que los hacía sentir bien, y no tanto si se predicaba una buena doctrina. Es por eso que tuvieron problemas con los falsos profetas, apóstoles y maestros.
“Pero lo hago y lo seguiré haciendo para quitar toda posibilidad a los que buscan cómo competir conmigo y pasar por iguales a mí. En realidad son falsos apóstoles, engañadores disfrazados de apóstoles de Cristo. Y no hay que maravillarse, pues si Satanás se disfraza de ángel de luz, no es mucho que sus servidores se disfracen también de servidores del bien. Pero su fin será el que se merecen sus obras.” (2 Cor 11. 12-15)
San Pablo, guiado por el Espíritu Santo, guio esta comunidad tan difícil hacia Cristo y su amor. Gracias a Dios por estas cartas.