Amarlo es amar, abrazar y seguir su camino
El camino de un discípulo en la vida es uno de amor, bondad y justicia. La sabiduría divina ilumina este camino. La instrucción paternal, la enseñanza de Dios, tal como se nos revela en las Escrituras, arroja luz sobre este camino. Nuestro Dios de amor nos señala los caminos, las reglas de conducta, que conducen a su prometida bendición, alegría y felicidad. Una bendición, alegría y felicidad eterna que nadie nos puede quitar; a menos que lo permitamos.
Nuestro Dios de amor nos aleja del mal. Nuestro Dios de amor busca separarnos de todo lo que puede aislarnos de él y su amor. El camino de amor, bondad y justicia dado por Dios es a la vez firme en sus preceptos y firme en sus promesas. Este camino termina en un amor real y más grande.
El camino de Cristo es una regla de amor que guía nuestro comportamiento hacia un amor más intenso. Un amor que, a medida que madura, piensa menos en uno mismo y, poco a poco, se vuelve más dispuesto a sacrificarse por los demás.
El camino de amor de Cristo, su regla de vida, que su Iglesia continúa celebrando y proclamando, es por el bien nuestro y el bien común. Confía en su camino y confía en su regla de amor. No hay razón para dudar de Jesucristo. Él nunca nos llevará por mal camino.
El camino de Cristo no es uno de limitaciones o uno que busca sofocarnos. El camino de Cristo nos mantiene en el buen camino de su mensaje del Evangelio, un llamado vivo para que cada uno de nosotros crezcamos en Su amor; y Cristo es quien mejor conoce cuál es el verdadero camino del amor y cómo podemos alcanzarlo.
El camino de amor de Cristo, su regla de vida, es lúcida y razonable. Busca el orden y no el desorden. Orden no solo para nuestras vidas personales, sino también para toda la creación y cada criatura. Orden, armonía, para toda Su creación y todas Sus criaturas establecida por nuestro creador, que es bueno y nos ama. Orden y armonía establecida para el bien de toda la creación y para guiarla hacia su fin último.
Tenemos que tener cuidado con supuestos atajos y caminos alternativos que no son el camino de Cristo. Todos los caminos verdaderos encuentran su primera y última verdad en el camino eterno de amor, bondad y justicia de Cristo.
Hay diferentes expresiones del camino de amor, bondad y justicia de Cristo, también conocido como la ley moral del Señor, y todas ellas están interrelacionadas porque Dios es la única fuente de leyes verdaderas. Solo las leyes de Dios nacen del amor y nos dirigen hacia el amor. Y debido a esto, solo a través del prisma del amor es que podemos comprender en realidad la ley de Dios.
El párrafo 1953 del Catecismo de la Iglesia Católica resume una idea clave del camino de Cristo, la ley moral de amor, bondad y justicia de Cristo:
“La ley moral tiene en Cristo su plenitud y su unidad. Jesucristo es en persona el camino de la perfección. Es el fin de la Ley, porque sólo Él enseña y da la justicia de Dios: ‘Porque el fin de la ley es Cristo para justificación de todo creyente’” (Rm 10, 4).