Si tiene mucho amor para dar
Por Pedro A. Moreno, O.P.
Secretariado de Evangelización y Catequesis
Es extraño. La respuesta más común que recibo cuando le pregunto a alguien qué le viene a la mente cuando menciono al Espíritu Santo es "la paloma". Afortunadamente, algunas personas también dicen que el Espíritu Santo es la tercera persona divina de la Santísima Trinidad. ¡Pero, la paloma siempre se menciona primero!
Entiendo que hay algunas referencias bíblicas al Espíritu Santo que desciende "como paloma", pero la realidad del Espíritu Santo va más allá de esta imagen, y el aspecto más importante rara vez se menciona.
Repasemos algunos de los diversos títulos y símbolos del Espíritu Santo que se nos han dado en el Catecismo.
Entre los apelativos tenemos "Paráclito" o "advocatus", "consolador", "Espíritu de verdad", "Espíritu de promesa", "Espíritu de adopción", "Espíritu de Cristo", "Espíritu del Señor", "Espíritu de Dios" y "Espíritu de gloria".
Entre los diversos símbolos del Espíritu Santo, el catecismo menciona el agua, refiriéndose al Bautismo; unción, ungir con aceite, una parte clave de los sacramentos de iniciación y también una referencia a Cristo nuestro mesías ungido; fuego, que es purificación e iluminación, energía que nunca se apagará; nube y luz, imágenes del Antiguo Testamento que adquieren un significado especial en la Transfiguración y Ascensión del Señor; el sello, conectado a la unción con aceite, que representa el carácter; la mano que sana y que pasa a la autoridad como en la imposición de manos; el dedo de Dios; y finalmente, la paloma.
San Juan Pablo II, en su encíclica "Señor y dador de vida", menciona a la paloma solo una vez, pero menciona el aspecto más importante del Espíritu Santo casi 100 veces. Esto es "amor". Solo a través del amor podemos llegar a conocer verdaderamente al Espíritu Santo. Aquí hay una cita del párrafo 10:
"Dios, en su vida íntima, ‘es amor’, amor esencial, común a las tres Personas divinas. EL Espíritu Santo es amor personal como Espíritu del Padre y del Hijo. Por esto ‘sondea hasta las profundidades de Dios’, como Amor-don increado. Puede decirse que en el Espíritu Santo la vida íntima de Dios uno y trino se hace enteramente don, intercambio del amor recíproco entre las Personas divinas, y que por el Espíritu Santo Dios ‘existe’ como don. El Espíritu Santo es pues la expresión personal de esta donación, de este ser-amor. Es Persona-amor."
La Iglesia es el lugar donde conocemos al Espíritu Santo. Lo encontramos cuando abrimos las Escrituras; al estudiar la tradición y los padres de la Iglesia; al estudiar las enseñanzas del magisterio, que Él ayuda y guía; en la liturgia en la que nos pone en comunión con Cristo; en oración, donde él nos dirige e intercede por nosotros y de varias otras maneras.
Que nuestro discipulado y servicio siempre estén abiertos al Espíritu Santo y por favor, no se preocupen tanto por las plumas.