¡Dios no puede dejar de comunicarse con nosotros!
Por Pedro A. Moreno, O.P.
Secretariado de Evangelización y Catequesis
La verdadera comunicación amorosa produce un acercamiento entre las personas y da vida. Especialmente cuando lo que se comunica son buenas noticias. La comunicación honesta de verdades no adulteradas es un acto de bondad que acerca más a los amantes de la verdad, a pesar de que las noticias en sí podrían ser malas e incluso nos podrían hacer llorar.
La primera definición de comunicación del diccionario dice: "un proceso mediante el cual se intercambia información entre individuos a través de un sistema común de símbolos, signos o comportamiento".
En su forma más simple, la comunicación tiene al menos cuatro partes: transmisor, mensaje, canal común y receptor. El mensaje, enviado a través de un canal común, une el transmisor y el receptor. La retroalimentación nos asegura que la comunicación continúa.
Al pasar tiempo con otros, tenemos oportunidades para compartir e intercambiar verdades; aprendemos y nos acercamos más a aquellos con quienes pasamos tiempo. La comunicación vital debe ser personal, honesta y verdadera. De esta manera, la comunicación es un acto de amor.
Por otro lado, los intentos irracionales e impersonales de comunicación con pocas verdades, combinadas con la explotación de la ignorancia, los prejuicios y la violencia, conducen a divisiones, injusticias y muertes.
Los verdaderos comunicadores promueven la verdad, la unidad, y dan vida. Los demagogos manipulan las verdades, hasta el punto de convertirse en medias verdades y mentiras que dividen y matan. A veces, las grandes verdades se pueden ahogar en un mar de verdades más pequeñas, detalles e información irrelevante o montañas de propaganda. Esto es como esperar un cheque en el correo y casi perderlo en toneladas de anuncios y correo basura, o perder un correo electrónico importante debido a tanto spam. La comunicación buena y efectiva no es fácil, pero hemos sido bendecidos con un experto.
¡Dios es el mejor comunicador! Él es el comunicador experto que nos habla muchas veces y de muchos modos. Dios, en su bondad y generosidad, quiere que lo conozcamos mejor para que nos demos cuenta de cuánto nos ama y así podremos crecer en nuestro amor por él. Es por eso que Dios se revela a nosotros, por amor.
Ahora, es posible saber mucho sobre Dios solo mediante el uso de nuestro intelecto y nuestra razón natural. Dios nos ha dejado muchas pistas a lo largo de su creación. El universo, la naturaleza con sus plantas, árboles y vida silvestre, el cuerpo humano y muchas otras grandes verdades de la ciencia nos hablan del creador. Pero todo este conocimiento, que constantemente se nos está comunicando, tiene sus limitaciones.
Más allá de esta revelación natural que nos habla de un Dios amoroso, hay más. Más allá, tenemos el don de la revelación sobrenatural de Dios.
Aquí hay dos citas del Catecismo:
52 “Dios, que ‘habita una luz inaccesible’ quiere comunicar su propia vida divina a los hombres libremente creados por él, para hacer de ellos, en su Hijo único, hijos adoptivos. Al revelarse a sí mismo, Dios quiere hacer a los hombres capaces de responderle, de conocerle y de amarle más allá de lo que ellos serían capaces por sus propias fuerzas.”
53 “El designio divino de la revelación se realiza a la vez ‘mediante acciones y palabras’, íntimamente ligadas entre sí y que se esclarecen mutuamente. Este designio comporta una pedagogía divina particular: Dios se comunica gradualmente al hombre…”
¡Dios, el mejor comunicador, con mucho amor nos ha regalado su mayor revelación, Jesucristo, su Palabra! Dios nos ha transmitido su Palabra encarnada a nosotros.
Dios ha dicho todo en su Palabra, y mientras otras cartas, revelaciones privadas o apariciones, escritos de santos, declaración de papas u obispos, o todos juntos, pueden ayudarnos a entender mejor la Palabra de Dios, nunca podrán igualar, completar o superar lo que Dios ya ha revelado en su Palabra, nuestro amoroso Señor y Salvador, Jesucristo.
65 “‘Muchas veces y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros padres por medio de los profetas; en estos últimos tiempos nos ha hablado por su Hijo’. Cristo, el Hijo de Dios hecho hombre, es la Palabra única, perfecta e insuperable del Padre. En Él lo dice todo, no habrá otra palabra más que ésta.”
66 “‘La economía cristiana, como alianza nueva y definitiva, nunca pasará; ni hay que esperar otra revelación pública antes de la gloriosa manifestación de nuestro Señor Jesucristo’. Sin embargo, aunque la Revelación esté acabada, no está completamente explicitada; corresponderá a la fe cristiana comprender gradualmente todo su contenido en el transcurso de los siglos.”
La comunicación verdadera, amorosa e interminable de Dios, su Revelación más grande, su verdad suprema, es Jesucristo. El amor redentor y vital de Jesús siempre nos acercará más a Dios y los unos a los otros. Jesús es y siempre será nuestra suprema verdad. Una verdad de amor que nosotros, como sus discípulos, estamos llamados a vivir, reflexionar y comunicarle a los demás muchas veces y de muchos modos.