Archie Manning, mariscal de campo del Salón de la Fama, conoce el valor de la paternidad. Padre de tres hijos – dos de ellos mariscales de campo de la NFL – comprende el valor de la paternidad por lo que le ocurrió a su propio padre, Buddy.
Un verano, mientras estudiaba en la Universidad de Mississippi, el mariscal de campo estrella llegó a su casa y encontró a su padre, Buddy, muerto en la recámara de sus padres. Se había suicidado.
Devastado por esta experiencia, Archie casi deja el fútbol. Si se hubiera retirado, no habría sido mejor jugador del año, no habría tenido una carrera profesional de 10 años en el fútbol americano y probablemente sus dos hijos, Peyton y Eli, no se habrían convertido en mariscales de campo exitosos en la NFL.
Aún más importante para Archie Manning fue utilizar su experiencia para ayudarlo a comprender que la paternidad significaba dar lo que su propio padre fue incapaz de darle: un cimiento para una vida con sentido y con un propósito.
El domingo 18 de junio celebramos el Día del Padre en agradecimiento al valor de la paternidad. Esta festividad se celebró por primera vez en los Estados Unidos a principios del siglo XX, pero no fue declarada fiesta nacional hasta 1972.
Hoy más que nunca debemos rendir homenaje a estos hombres valientes que dan un paso al frente para dar sentido a la vida de sus hijos. Tenemos el deber de celebrar a nuestros propios padres, que nos han forjado, amado y educado.
Archie Manning es el testimonio de una profunda crisis humana en nuestro tiempo, en concreto, la falta de paternidad. En las últimas generaciones, la escasez de hombres dispuestos a ser verdaderos padres para sus familias ha amenazado los cimientos mismos de nuestra sociedad. En el último medio siglo, el número de niños que viven sólo con su madre casi se ha triplicado – 1 de cada 4 niños (18.4 millones) vive sin un padre biológico, adoptivo o padrastro en casa.
¿Por qué es tan importante la paternidad? Los padres comparten la misión de Dios Padre como Creador. Por el amor de un padre a su esposa, engendra un hijo que es suyo, igual que el Padre creó al ser humano de la nada a su imagen y semejanza. Al asumir las responsabilidades de la paternidad, los padres se convierten en un instrumento del amor y la misericordia de Dios en la vida de sus hijos. Los padres tienen la autoridad y el deber de educar y formar a sus hijos en las cualidades y virtudes humanas esenciales primero que nada con su propio ejemplo.
Archie aprendió el valor de la paternidad por la falta de un padre en un momento crítico de su vida. En cuanto a sus tres hijos, se aseguró de darles su amor y atención para que supieran lo que era en realidad lo más importante. Archie hizo de la relación con su familia una prioridad fundamental en su vida y, al hacerlo, se esforzó por asemejar su paternidad a la de Dios Padre.
Mi propio padre nos brindó a mis hermanos y a mí una maravillosa experiencia de amor y apoyo. Recuerdo que una vez, cuando era muy pequeño, mi padre nos llevó a mi hermano y a mí a trabajar con él. Un compañero de trabajo nos miró y le preguntó a mi padre: “John, ¿cuál de estos dos niños es el adoptado?” Mi padre nos miró a cada uno y respondió de inmediato diciendo: “Sabes, realmente no me acuerdo”. Los dos éramos sus hijos, y sabíamos que nos quería y se preocupaba por nosotros.
Papás, me gustaría exhortarlos para que reflexionen en particular sobre la labor que realizan por sus hijos. A lo mejor piensan: “Trabajo duro día y noche para ganar lo suficiente para mantener un techo sobre la cabeza de mi familia y la comida en la mesa”.
Aunque eso es ciertamente importante, ustedes también se esfuerzan por compartir la fe con ellos y formar buenos hábitos y un carácter virtuoso, para desafiar a sus hijos a crecer, y para mostrarles que los aman. Se esfuerzan para protegerlos del peligro y de los males del pecado. A veces nos esforzamos para mostrarles la misericordia de Dios, corrigiendo sus errores o enseñándoles algo nuevo. En todo esto están llamados a obrar con caridad: no quejándose ni peleando, sino con humildad y actitud de servicio. Así es como amamos a nuestros hijos, imitando a nuestro Padre del Cielo y a su Hijo que nos revela su amor.
La paternidad es una vocación difícil. Tal vez se sienten como Archie Manning, añorando el amor que un padre nunca les mostró. Recuerden que todos tenemos un Padre en el Cielo. Todos debemos procurar perdonar a nuestros padres terrenales por sus debilidades y defectos. Podemos aprender a ver en ellos a Dios Padre y esforzarnos por vivir su paternidad perfecta en nuestras familias.
Demos gracias a Dios Padre por su ejemplo y por el don de nuestros padres terrenales y de nuestros padres espirituales. Que todos los hombres que han sido llamados a compartir la vocación de la paternidad sean bendecidos por su testimonio del amor de Dios Padre, que es la fuente de toda paternidad.