Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos “Hagan el bien; busquen la justicia”
En el mes de enero, todos los años, dedicamos un tiempo para orar por y con todos los cristianos del mundo, durante la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, la cual se observará este año del 18 al 25 de enero en los países del hemisferio norte.
El tema del 2023 es “Hagan el bien; busquen la justicia” y fue elegido por el Consejo de Iglesias de Minnesota, y promueve la oración por la sanación y reconciliación de tensiones raciales. Después de los disturbios y la violencia que se vivió en el país, especialmente después de la muerte de George Floyd, muchas iglesias cristianas han renovado su compromiso con la erradicación del pecado del racismo y la promoción de la reconciliación. La Iglesia Católica ha sido uno de los líderes en la abogacía y promoción de la dignidad humana y la eliminación del pecado del racismo, que va desde los movimientos de justicia social hasta los sistemas que lo fomentan y destruyen comunidades marginadas en todo el mundo.
El tema, tomado del primer capítulo del profeta Isaías, presenta la preocupación del profeta por los oprimidos que sufren de las injusticias e inequidad alimentada por la hipocresía que nos lleva a la desunión. Nos enseña que Dios quiere nuestra rectitud y justicia para construir la paz y unidad que desea. Estas virtudes se originan a final de cuentas en el amor de Dios por todos nosotros y el racismo va en contra de esta visión. El reto del profeta Isaías que nos invita a que todos juntos hagamos el bien y busquemos la justicia, es relevante hoy en día.
Después de la reforma del siglo XVI, las comunidades cristianas se dividieron a pasos acelerados. Aun cuando la mayoría de los cristianos creen que la voluntad del Señor en la Sagrada Escritura es una sola iglesia, el cristianismo se ha fragmentado en miles de diferentes denominaciones o sectas.
Jesús mismo nos dejó la oración por la unidad de los cristianos en su discurso a sus apóstoles durante la Última Cena. Dirigiéndose al Padre, Jesús pidió lo siguiente por sus discípulos: “que todos sean uno. Como tú Padre, en mí y yo en ti, que también sean uno en nosotros para que el mundo crea que tú me has enviado” (Jn 17,21). Por lo tanto, la unidad cristiana es un espejo de la unidad trinitaria y un elemento vital en la evangelización del mundo.
A los esfuerzos por la unidad de los cristianos se le denomina ecumenismo, una palabra que viene del griego y que se refiere a la unidad de todos los habitantes del mundo. Al tiempo que los misioneros cristianos llegaban a África y Asia, especialmente durante el siglo XIX, la vergüenza de la desunión se convirtió en un obstáculo para las conversiones. En 1910, las iglesias protestantes principales se reunieron en una Conferencia Mundial de Misioneros y comenzaron a dialogar unos con otros para discernir el mensaje central cristiano que los unía a todos.
La preocupación por la unidad de los cristianos ha existido por mucho tiempo en la Iglesia, aunque por mucho tiempo se concentraba en los desafortunados conflictos con las grandes iglesias ortodoxas del este. Al mismo tiempo, se aumentaron las oraciones por la unión de los cristianos. En 1984, el Papa León XIII les pidió a los católicos que participaran en una octava anual de oración por la unidad después de la fiesta de Pentecostés.
En 1907, el padre Paul Watson y la hermana Lurana White, ambos convertidos del anglicanismo, comenzaron a trabajar con un clérigo inglés llamado Reverendo Spencer Jones, y juntos fundaron la Octava para la Unidad Cristiana, que se observaba cada mes de enero.
El Decreto del Concilio Vaticano II sobre el ecumenismo en 1964, afirmó que la oración es el alma de movimiento ecuménico. Aun cuando los trabajos de caridad y los esfuerzos coordinados para llevar a cabo un cambio social son piezas significativas del ecumenismo, no será hasta que los cristianos hagan juntos oración y alabanza que el movimiento ecuménico podrá llevarnos a la reunión. Para los católicos, esto incluye un entendimiento común de la Eucaristía, un entendimiento común del ministerio eclesial y la autoridad, y reverencia por la santidad de la vida.
Desde el Concilio Vaticano II, los católicos han estado particularmente preocupados por la continua erosión de la protección de la vida humana, especialmente los intentos de normalizar el aborto y la perniciosa propagación de la eutanasia. Buscamos aliados ecuménicos que se unan a nosotros en oración y esfuerzos comunes para combatir estos y otros asaltos a la dignidad y vida humana.
A no ser que los esfuerzos por la unidad cristiana incluyan la solidaridad con los más vulnerables de los hermanos y hermanas de Jesús, los esfuerzos por la unidad serán egoístas y huecos. Por fortuna, no estamos solos entre los grupos cristianos; muchas iglesias y comunidades cristianas se unen a nosotros en la promoción de la causa de la vida y la promoción del respeto de la dignidad humana.
En la Arquidiócesis de Oklahoma City, invito a las parroquias a unirse con otras denominaciones y creencias en oración y abogacía por la paz y el respeto a la vida. Cada año, los cristianos, y muchas otras comunidades de fe, se reúnen en el Capitolio Estatal de Oklahoma para la Marcha por la Vida y el Rose Day, un día para levantar la voz en defensa de la santidad de la vida.
Existen verdaderamente muchas oportunidades de unirse y orar con otros creyentes, siempre sabiendo que la oración por la unidad cristiana es, esencialmente, la oración de Jesucristo.