En pocas semanas el año 2024 llegará a su fin y nuestras bien planeadas celebraciones navideñas se fusionarán con nuestra espera del año nuevo, que nos ofrece un nuevo comienzo. Pero el 2025 no será solamente cualquier año nuevo, este nuevo año ¡es un año jubilar!
Siguiendo la venerable tradición que se remonta a los años 1300, el papa Francisco anunció el 2025 como un año jubilar. Se celebra 10 años después del Año Jubilar Extraordinario de la Misericordia y 25 años después del gran Jubileo del año 2000, que conmemoraba los 2,000 años del nacimiento de Cristo.
La tradición del año jubilar, fundamentada en las Escrituras (cf. Levítico 25), siempre ha sido un tiempo de restauración, reconciliación y renovación. Es un llamado a volver a Dios con todo el corazón y acoger su infinita misericordia. El Jubileo de 2025 no es diferente, ya que nos recuerda que, en Cristo, todas las cosas son nuevas (cf. Apocalipsis 21,5).
En este año jubilar el papa Francisco nos invita a ser “peregrinos de esperanza”. San Pablo es un modelo ejemplar de la esperanza cristiana. El gran apóstol nunca pierde la esperanza a pesar de las tribulaciones, peligros y obstáculos inimaginables que podrían haberle impedido cumplir su gran misión de llevar el Evangelio a los gentiles.
San Pablo escribe en su carta a los Romanos: “Podemos gloriarnos de tener la esperanza de participar en la gloria de Dios.… la esperanza no defrauda, porque Dios ha infundido su amor en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo, que Él mismo nos ha dado” (Rom 5,2.5). Me uno al papa Francisco al animar a cada uno de los fieles para tener esta misma esperanza inquebrantable.
La esperanza es hoy para nosotros una virtud indispensable, como lo fue para san Pablo. En un mundo agobiado por la división, el sufrimiento y los retos de la recuperación pospandémica, este jubileo llega como un don y un llamado. Nos invita a dejar a un lado las dificultades que nos impiden caminar juntos como un pueblo de esperanza. Esta esperanza es para cada persona.
El papa Francisco expresa su deseo de que este don sobrenatural de la esperanza se derrame abundantemente a través de la celebración del año jubilar, especialmente sobre los matrimonios, los presos, los enfermos, los jóvenes, los migrantes, los ancianos y los pobres.
En la arquidiócesis de Oklahoma City, veo que esta esperanza se hace realidad a medida que continuamos viviendo y celebrando nuestra fe católica, que se caracteriza por la firmeza ante la adversidad. El beato Stanley Rother personifica esta esperanza a la cual estamos llamados, pues a pesar de los disturbios políticos y las amenazas de violencia, se aferró al ancla de su esperanza en el poder de Cristo para vencer la injusticia.
El Santo Padre ha pedido a cada obispo que celebre la apertura del año jubilar el 29 de diciembre que es la festividad de la Sagrada Familia. Por ello, invito a todos los fieles a acompañarme en la Catedral de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, a las 9:30 a.m. del 29 de diciembre, ¡para celebrar el rito solemne de apertura del año jubilar!
Como iglesia local, iremos juntos en procesión a la catedral con la cruz de Jesucristo y celebraremos la Eucaristía, culmen de nuestra esperanza, en nuestra iglesia madre. Cada año jubilar ofrece la oportunidad de hacer una peregrinación. El papa Francisco nos invita a las Puertas Santas en Roma. Estas puertas especiales en cada una de las cuatro basílicas principales de Roma son un signo de la misericordia de Dios y un símbolo físico de nuestra entrada en una nueva relación con Él a través del bautismo.
Aunque no se abrirá ninguna Puerta Santa fuera de Roma, el Santo Padre ha permitido a los obispos designar lugares sagrados como lugares del jubileo. Estos lugares son destinos locales de peregrinación, así que los invito a visitar los siguientes lugares jubilares de nuestra arquidiócesis durante este año jubilar: Catedral de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro (Oklahoma City), Santuario del beato Stanley Rother (Oklahoma City), Monasterio de san Gregorio (Shawnee), Iglesia Católica de la Santísima Trinidad (Okarche), Santuario de Nuestra Señora de Fátima (Bison) y el Santuario Nacional del Niño Jesús de Praga (Prague).
Cada año jubilar brinda a los fieles la oportunidad de obtener una indulgencia extraordinaria. El papa Francisco dice que la indulgencia “permite descubrir cuán ilimitada es la misericordia de Dios. No sin razón en la antigüedad el término ‘misericordia’ era intercambiable con el de ‘indulgencia’, precisamente porque pretende expresar la plenitud del perdón de Dios que no conoce límites” (Spes non Confundit, 23).
Ya sea que decida atravesar las Puertas Santas en Roma, peregrinar para asistir a Misa en un lugar del Jubileo o rezar en un lugar del Jubileo en cualquier parte del mundo, podrá recibir la indulgencia plenaria siempre que cumpla las normas habituales. Además, las obras de misericordia y la penitencia son oportunidades para que los fieles obtengan la indulgencia plenaria en este año jubilar.
Los invito a comenzar este año jubilar con una apertura a la gracia de Dios, que desea que percibamos los signos de esperanza que nos inspiran a lo largo de nuestra peregrinación por la vida. Esta virtud sobrenatural de la esperanza es un ancla firme que nos afianza en los cimientos de la Cruz en medio de las tormentas de la vida y nos lleva a salvo al puerto de su Reino eterno.
¡Caminemos juntos como “peregrinos de esperanza” en la celebración de este año jubilar!