Los invito a pasar un momento tranquilo con el Señor en oración y reflexión sobre los pasajes de la Última Cena. Elija diferentes pasajes para diferentes días de la Semana Santa. Recomiendo Mateo 26: 17-35, Marcos 14: 12-26, Lucas 21: 7-38.
El Evangelio de Juan es especial, ya que no repitió lo que se encuentra en los primeros tres evangelios, o en Primera de Corintios, con respecto a la Última Cena, pero tiene mucho material adicional que nos ayuda a tener una imagen más completa de las últimas horas de Jesús. rumbo al Huerto de Getsemaní.
Por favor lea y reflexione sobre Juan desde el capítulo 13 hasta el 17, que incluye "La oración de Jesús". ¡Guarden Juan 6 para la Adoración Eucarística después de la Misa de la Cena del Señor el Jueves Santo! Estoy seguro de que encontraran lugares en el internet para ver los servicios. Que el Espíritu Santo te guíe mientras te preparas para nuestros días santos del Triduo Pascual.
La Última Cena tiene muchas partes, pero esto no es complicado. ¡Todos están conectados al amor!
El Señor comienza esta tarde de amor con el lavado de los pies, un trabajo que normalmente realizan los esclavos que trabajan en el hogar. El mensaje de la Última Cena es sencillo. Jesús nos dice que sus discípulos se distinguirán por el servicio amoroso, incluso tareas serviles como el trabajo de un esclavo, y no ser servido o elogiados por otros.
Luego, viene la celebración de la Pascua, la Última Cena, nuestra Eucaristía. El Papa Benedicto XVI en su Exhortación Apostólica, “Sacramentum Caritatis”, termina su primer párrafo con estas palabras: “En el Sacramento eucarístico Jesús sigue amándonos ‘hasta el extremo’, hasta el don de su cuerpo y de su sangre. ¡Qué emoción debió embargar el corazón de los Apóstoles ante los gestos y palabras del Señor durante aquella Cena! ¡Qué admiración ha de suscitar también en nuestro corazón el Misterio eucarístico!”
En el documento mencionado anteriormente, el Papa Benedicto nos recuerda las conexiones de la Última Cena entre la Eucaristía y el amor al final del párrafo 2 y el comienzo del 9:
“En particular, Jesús nos enseña en el sacramento de la Eucaristía la verdad del amor, que es la esencia misma de Dios. Ésta es la verdad evangélica que interesa a cada hombre y a todo el hombre. Por eso la Iglesia, cuyo centro vital es la Eucaristía, se compromete constantemente a anunciar a todos, ‘a tiempo y a destiempo’ que Dios es amor. Precisamente porque Cristo se ha hecho por nosotros alimento de la Verdad, la Iglesia se dirige al hombre, invitándolo a acoger libremente el don de Dios.”.
“‘En su muerte en la cruz se realiza ese ponerse Dios contra sí mismo, al entregarse para dar nueva vida al hombre y salvarlo: esto es el amor en su forma más radical’. En el Misterio pascual se ha realizado verdaderamente nuestra liberación del mal y de la muerte. En la institución de la Eucaristía, Jesús mismo habló de la ‘nueva y eterna alianza’, estipulada en su sangre derramada.”
Por último, pero no menos importante, en la Última Cena, Jesús nos dejó el don del sacerdocio, un llamado único, una vocación de servicio y amor. El párrafo 611 del Catecismo nos recuerda: “La Eucaristía que instituyó en este momento será el ‘memorial’ de su sacrificio. Jesús incluye a los Apóstoles en su propia ofrenda y les manda perpetuarla. Así Jesús instituye a sus apóstoles sacerdotes de la Nueva Alianza: ‘Por ellos me consagro a mí mismo para que ellos sean también consagrados en la verdad’”.
La institución y el llamado al sacerdocio no pueden separarse de la declaración y el mandato que Cristo compartió en Juan 15, 9: “Como el Padre me amó, así también los he amado yo: permanezcan en mi amor.” Necesitamos amar y orar por todos los sacerdotes.
Termino esta columna con una porción del documento mencionado anteriormente por el Papa Benedicto, párrafo 86: “Cuanto más vivo sea el amor por la Eucaristía en el corazón del pueblo cristiano, tanto más clara tendrá la tarea de la misión: llevar a Cristo. No es sólo una idea o una ética inspirada en Él, sino el don de su misma Persona. Quien no comunica la verdad del Amor al hermano no ha dado todavía bastante. La Eucaristía, como sacramento de nuestra salvación, nos lleva a considerar de modo ineludible la unicidad de Cristo y de la salvación realizada por Él a precio de su sangre.”.
Visite a Jesús en el Santísimo Sacramento, reconozca su presencia real y dile solo cinco palabras: “Gracias Jesús. Te amo Jesús.”. Ya sabemos que él nos ama.