¡Vayan y Hagan Discípulos! Construyendo una Cultura de Conversión y Discipulado para la Arquidiócesis de Oklahoma City Prefacio
“¡Reciban gracia y paz de Dios nuestro Padre y de Cristo Jesús nuestro Señor!” (Gal. 1:3)
Con gran alegría les escribo una vez más, el pueblo de Dios en la Arquidiócesis de Oklahoma City. Han pasado cinco años desde la publicación de mi previa carta pastoral, “Vayan y Hagan Discípulos”. Han pasado muchas cosas en los últimos cinco años, y hay mucho que celebrar.
El propósito de esta carta pastoral es reenfocar la visión y considerar lo que el Señor ha estado haciendo en nuestra arquidiócesis y hacia dónde nos lleva el Espíritu en el transcurso de los próximos años. Nuestra visión fundamental de ir y hacer discípulos no ha cambiado. Estamos llamados a ser discípulos; Llamados a perseguir la santidad y la misión; Llamados a ser santos. Todavía estamos llamados a evangelizar, a ser testigos y a vivir vidas auténticas como discípulos misioneros. Después de cinco años, tenemos mayor claridad y alineamiento en nuestra misión.
“Vayan y Hagan Discípulos” estableció tres objetivos generales: Nueva Evangelización, Ministerio Hispano y Formación en la Fe.
Establecimos una oficina para la Nueva Evangelización y reestructuramos la cancillería para combinar la evangelización, la catequesis y la formación en un nuevo secretariado que está organizada para una mayor colaboración y claridad de dirección.
Hemos fortalecido la formación en la fe en toda la arquidiócesis, construyendo sobre una sólida base de educación y catequesis establecida por la dedicación de innumerables hermanas y hermanos religiosos, sacerdotes, laicos y catequistas que han servido incansablemente durante generaciones.
Uno de los desarrollos más significativos en los últimos años ha sido el tremendo impulso con nuestro Ministerio Hispano. Reconocimos hace cinco años que enfrentamos un desafío con la creciente población hispana en muchas de nuestras parroquias. Esta prioridad estratégica condujo a una expansión de nuestros servicios a la comunidad hispana y proyectamos construir un hermoso santuario e iglesia en honor al Beato Stanley Rother que también nos ayudará a servir a la creciente población Hispana.
Celebramos estos logros y reconocemos las señales innegables de la gracia y el favor de Dios. Nunca hubiéramos logrado estas cosas sin Su ayuda divina. Dios siempre toma la iniciativa. Él espera nuestra respuesta. Cuando cooperamos con la gracia de Dios, nuestros esfuerzos fructifican. Los discípulos, y las cosas que hacen en el mundo, son el “buen fruto” que proviene de la “buena tierra” que leemos en la Parábola del Sembrador en Mateo 13.
Vemos innumerables ejemplos de este buen fruto en toda la Arquidiócesis de Oklahoma City. El núcleo de este buen fruto son las familias católicas fuertes, en las que los padres se esfuerzan por criar a sus hijos para que sean discípulos misioneros. La familia es la primera célula de la sociedad y de la Iglesia, y una de las instituciones más importantes para invertir en ella y protegerla. Como nos recuerda San Juan Pablo II, la familia es la “iglesia doméstica”.
Al dar fruto, debemos compartirlo con nuestros hermanos y hermanas. Tenemos muchos ejemplos de católicos que comparten su fe a través de obras de misericordia. Caridades Católicas de la Arquidiócesis de Oklahoma City es reconocida a nivel nacional por los ministerios y la asistencia que brinda a los habitantes de Oklahoma que la necesitan en toda la arquidiócesis. La Despensa de la Hermana BJ (Sister BJ’s Pantry) es otra luz brillante entre nosotros, que atiende a más de 400 hombres, mujeres y niños sin hogar y hambrientos cada semana con comida, ropa, esperanza y amistad.
En Okarche, El Centro de Amor Familiar (The Center of Family Love), inspirado y apoyado por los Caballeros de Colón, ha prosperado con el compromiso de atender las necesidades de los adultos con discapacidades intelectuales y vulnerables a través de programas residenciales, una nueva capilla dedicada al Beato Stanley Rother y centros vocacionales. Y, hay muchos más ejemplos.
Las semillas de fe que hemos sembrado están produciendo un aumento en el número de jóvenes que disciernen su vocación en el seminario y el número de participantes en las clases para candidatos al diaconado aumentan con cada ciclo. A través de la nueva Conferencia Católica de Oklahoma, estamos teniendo un impacto significativo en los asuntos de política pública que son importantes para los católicos en todo el estado en coordinación con la Diócesis de Tulsa.
Los años de oración y dedicación fueron recompensados en septiembre del 2017 con la beatificación del Beato Stanley Rother de Oklahoma. Esta ocasión trascendental marcó un nuevo capítulo en la vida de la Iglesia en Oklahoma y atrajo a católicos y no católicos de todo el mundo para celebrar la vida y el testimonio del primer mártir y párroco nacido en los EE. UU.
A medida que crecemos en la fe, nuestras necesidades ministeriales también cambian y deben abordarse. Para abordar estas necesidades compartidas de la arquidiócesis y la parroquia, hemos lanzado la primera campaña capital arquidiocesana, “Una Iglesia, Muchos Discípulos”. Parroquia tras parroquia ha superado sus metas financieras y han hecho planes para fortalecer múltiples ministerios que beneficiarán a muchas generaciones venideras. La campaña ha tenido tanto éxito, que en agosto establecí una nueva meta que en el momento de esta carta tenemos todas las esperanzas de alcanzar. Ciertamente hemos experimentado el favor de Dios.
Al reflexionar sobre nuestras abundantes bendiciones, también estoy consciente de nuestras luchas y escándalos. Estamos viviendo un momento de crisis en nuestra querida Iglesia debido a las recientes revelaciones de abuso sexual y abuso de poder y violaciones de confianza por parte de miembros del clero, los mismos hombres en los que debemos poder reconocer la imagen amorosa de Cristo el Buen Pastor. Una traición tan malvada provoca comprensiblemente ira, confusión y tristeza. En estos momentos en que nuestra fe puede ser sacudida, debemos volvernos a Dios y humildemente volver a dedicarnos al arrepentimiento y la búsqueda de la santidad. Dios no nos ha abandonado. Siempre será fiel, incluso cuando nosotros no lo somos.
Con todo esto como telón de fondo, yo los invito como arquidiócesis y como Cuerpo de Cristo a un compromiso renovado con el discipulado auténtico. Damos gracias por la abundante cosecha que Dios ha producido en nuestra arquidiócesis. Es mi oración que sigamos avanzando en una dirección que dé abundantes frutos en los próximos años, incluso “treinta, sesenta y cien veces”. ¡Les invito a ser discípulos y hacer discípulos! ¡Por eso estamos aquí! Esta es nuestra misión.