El calendario litúrgico es el programa de fechas y tiempos de la Iglesia que marcan su ritmo de vida y de fe. La piedra angular del año litúrgico es el Domingo, el Día del Señor, el cual es como una “pequeña pascua”. Tenemos otros tiempos como el Tiempo Ordinario y días como el Miércoles de Ceniza, con el cual comienza el tiempo penitencial de la Cuaresma. Tenemos también el tiempo Adviento y de Navidad, y las fiestas de varios santos que veneramos.
El calendario está también lleno de devociones que afirman la fe. Marzo, por ejemplo, es un mes dedicado a meditar en la fidelidad de San José. Mayo es el mes de María. Junio está dedicado a honrar al Sagrado Corazón de Jesús. Estos tiempos devocionales están felizmente situados a lo largo del año y nos permiten que nuestra fe se arraigue en nuestro propio movimiento, nuestra peregrinación, a través de esta vida.
Octubre es el mes en el que revisitamos la gran belleza del rosario. El rosario, tal como lo conocemos hoy en día, tiene raíces antiguas en los hábitos de oración cristianos. Sabemos que los Padres del Desierto de la Iglesia primitiva usaban nudos para rezar los salmos diariamente. Con el tiempo, unas cuerdas con pequeñas cuentas se usaban para ayudar en la meditación de los grandes acontecimientos (misterios) de las vidas de Jesús y María.
La palabra "rosario" proviene de un término latino para una "corona de rosas". La belleza de las rosas y el esplendor de la Virgen María se convirtieron en imágenes inseparables para los cristianos a partir de la Edad Media. El rosario es una invitación de María, puesta en nuestras manos, para llevar nuestros corazones a Jesucristo. La sencillez del rosario esconde humildemente el gran poder espiritual que contiene. Aquellos que rezan fielmente el rosario encuentran gran fuerza y paz en meditar en los misterios de nuestra salvación mientras recitan devotamente sus sencillas oraciones. El mundo puede ser un lugar ensordecedor y estresante; quedarse en un jardín tranquilo de oración nos renueva y sana nuestra alma.
En octubre 7, la Iglesia celebra la Fiesta de Nuestra Señora del Rosario. El día honra la creencia tradicional de que Nuestra Señora confió a la Orden de los Dominicos el rosario como una defensa espiritual contra las falsas enseñanzas que crecían entre los cristianos de ese tiempo. El Papa San Pío V, dominico él mismo, promovió la devoción y estableció el día de la fiesta en 1571.
Una batalla naval titánica el año anterior habría inspirado al Papa a establecer la fiesta. Numerosas fuerzas turcas, con barcos propulsados por el trabajo de esclavos cristianos, amenazaban el vulnerable puesto de avanzada cristiano de Chipre. El Papa San Pío V rezó el rosario implorando a María por una victoria cristiana. Muchos de los fieles se unieron al Papa y a los marineros en oración. Las dos fuerzas se enfrentaron en Lepanto, cerca del puerto griego de Corinto.
Contra todo pronóstico, la fuerza naval cristiana obtuvo una victoria decisiva y frenó el avance de la expansión turca. Doce mil esclavos cristianos fueron liberados de sus captores turcos. El Papa atribuyó la victoria a la intercesión de María y el poder del rosario y la protección maternal de María fueron reconocidos por más y más cristianos.
Desde entonces, numerosos papas han instado a los fieles a rezar el Rosario diariamente. El Papa León XIII, que reinó desde 1878 hasta 1903, dedicó gran parte de la energía de su papado a promover el rosario, explicando que dirigía al creyente en un camino hacia Dios; el creyente ruega primero a María, y luego, a través de Jesús, al Padre.
En nuestros tiempos, el Papa San Juan Pablo II escribió y predicó a menudo sobre la belleza del rosario. En 2002, publicó la encíclica "Rosarium Virginis Mariae", o Rosario de la Virgen María, en la que introdujo los Misterios Luminosos a la devoción centenaria. La defensa del Papa San Juan Pablo II hizo mucho para revivir la devoción del rosario, y su llamado a los jóvenes católicos infundió nueva energía y entusiasmo por la antigua, pero siempre nueva belleza de la devoción filial a María y al rosario.
En 1917, Nuestra Señora les pidió a los niños de Fátima que rezaran el rosario por la conversión de los pecadores y de una manera especial para Rusia. En nuestro tiempo, invito a todos los católicos a redescubrir la belleza del rosario y rezarlo diariamente. Ahora, tanto como en 1917, necesitamos orar por Rusia y por la paz en Ucrania y en todo nuestro mundo.