Se espera que antes que termine el mes de junio, la Corte Suprema de los Estados Unidos tome una decisión en el ya anticipado caso Dobbs, sobre el aborto.
Debido a una fuga de información nunca antes vista, se espera que la decisión de los magistrados sea la de hacer válida la decisión de una corte de instancia menor, que limitaría el aborto o incluso podría derogar la decisión de Roe vs Wade de 1973, la cual legalizó el aborto en todos los estados.
Al derogar Roe, la capacidad de regular el aborto regresaría a cada uno de los estados.
Defensores pro-vida y todos aquellos que reconocen que el aborto es una preocupación social preeminente de nuestro tiempo se encuentran sin duda emocionados ante esta posibilidad.
Hemos rezado por un fin al aborto por casi 50 años. El aborto es una afrenta a la santidad de la vida y la dignidad de la persona humana. El aborto destruye la vida de un bebé inocente, pero también deja heridas en las madres, en los padres, las familias y la sociedad.
Aun si se derogara Roe, la lucha pro-vida tiene que continuar. La cuestión sobre la legalidad del aborto se moverá a cada uno de los estados. Pero más allá de la política, la autenticidad de nuestro compromiso con la vida nos exige estar preparados para ponernos del lado de las madres y familias que enfrentarán embarazos inesperados y problemáticos. Ellas necesitan apoyo no solo antes del nacimiento de su bebé, sino después también.
Las credenciales pro-vida de Oklahoma deben hacer evidente nuestra preocupación por los más indefensos, asegurando su nutrición adecuada, su acceso a cuidado de salud, educación y muchos otros bienes necesarios para que cada persona viva con dignidad y promover el desarrollo humano auténtico.
La mayoría de los residentes de Oklahoma se consideran orgullosos de ser pro-vida. Durante la actual campaña, muchos candidatos enfatizaron sus credenciales pro-vida al decir que se oponen al aborto.
El aborto es un tema fundacional para todo aquel que se considere pro-vida. Pero no lo es todo. Sin ese cimiento asegurado en su lugar justo, todas nuestras demás luchas y aspiraciones pro-vida serán como una casa de naipes. Pronto colapsarán.
El reto es construir ese cimiento de manera consistente. Ningún tema por sí solo engloba todo lo que significa ser pro-vida. Lo mínimo es defender al más inocente, al no nacido. Pero no lo es todo.
¡Debemos ser pro-vida de principio a fin!
Como católicos creemos que el fundamento de nuestro compromiso en favor de la vida es nuestra convicción de que todos hemos sido creados a imagen de Dios, con una dignidad inherente que viene del mismo Dios. No podemos perder ni renunciar a esa dignidad.
El pecado la desfigura, pero no la destruye por completo. El estado no puede otorgarla, pero tampoco puede quitarla. Hemos sido redimidos por la sangre de Cristo que murió y resucitó para librarnos del pacado y de la muerte.
Hemos sido creados para vivir en eternidad con Dios en compañía de los santos. Este es el plan de Dios. Toda vida es preciosa a los ojos de Dios.
Para la mayoría de los católicos en los Estados Unidos, quizá la aplicación más desafiante de estos principios se encuentra alrededor de la pena de muerte.
El Estado de Oklahoma tiene programadas 25 ejecuciones de criminales convictos en el transcurso de los próximos dos años. Las vías legales se han agotado para estos hombres y el procurador de justicia del estado ha solicitado las fechas para sus ejecuciones. Esto será un espectáculo trágico.
Nadie cuestiona los crímenes horribles que han cometido. Las víctimas y sus familias han sufrido. Esos crímenes demandan justicia. Pero en la cosmovisión cristiana, ¿no debería la misericordia estar por encima de la justicia?
Siendo honesto, sabemos que existen múltiples maneras de hacer justicia sin tener que recurrir a la pena de muerte, la cual solo perpetúa el ciclo de violencia. El uso de la pena de muerte no garantiza un cierre para las familias de las víctimas, ni las traerá de regreso.
Estas familias necesitan nuestro apoyo y compasión práctica. ¿Qué pasa con los que han sido acusados erróneamente? Por muchas razones la pena de muerte es arcaica y ya no es necesaria en sociedades civilizadas, y mucho menos si nos basamos en los principios del Evangelio de Jesucristo.
Las oraciones, los ayunos y los esfuerzos de generaciones de defensores de la vida, nos han traído a un punto en donde podemos prever que no habrá más abortos en nuestro estado.
Las oraciones, los ayunos y los esfuerzos de defensores de la vida deben continuar hasta que podamos también ver la eliminación de la pena de muerte en Oklahoma.