En los últimos números del Sooner Catholic, presentamos a cada uno de los cinco jóvenes que se preparan para la ordenación al sacerdocio este verano. El sábado 29 de junio, mientras la Iglesia universal celebra la solemnidad de los santos Pedro y Pablo, tendré el privilegio de ordenar a estos cinco hombres como sacerdotes de Jesucristo para la Arquidiócesis de la Oklahoma City.
¡Qué gran día para una ordenación mientras celebramos a estos dos grandes apóstoles que se dedicaron a Cristo y a su Pueblo! Pregúntele a cualquier obispo y él le dirá que una ordenación es uno de los privilegios y responsabilidades más asombrosos que viene con el oficio episcopal. Ordenar un sacerdote es como engendrar un hijo. Es una experiencia de paternidad espiritual como ninguna otra. ¡Un sacerdote es un sacerdote para siempre!
Los diáconos Will Banowsky, Zac Boazman, John Herrera, Alex Kroll y Jerome Krug comenzarán su ministerio sacerdotal entre nosotros este verano. Durante su sacerdocio, servirán en toda la arquidiócesis en una variedad de funciones. Serán pastores, capellanes, maestros, confesores y padres espirituales. Bautizarán y sanarán. Proclamarán el Evangelio y celebrarán la Eucaristía.
Estos cinco hombres han recorrido este camino con el apoyo de muchas personas, comenzando con sus padres y sus familias. Han estado acompañados por feligreses, amigos, pastores y formadores de seminarios que los han animado, desafiado, guiado e inspirado. El costo de su educación y formación para el sacerdocio ha sido proporcionado por los fieles de la arquidiócesis. Tal ocasión, entonces, es motivo para que toda la iglesia se regocije.
Estos son tiempos difíciles para los sacerdotes y para todos los católicos. Estoy agradecido por la fe audaz y la generosidad de estos jóvenes que emprendieron su viaje en esos momentos. Ruego que su testimonio, su alegría y sus vidas santas animen a muchos otros jóvenes a explorar la posibilidad de que Dios también los esté llamando al sacerdocio. Rezo para que su respuesta al llamado de Dios inspire a todos los que se encuentren para abrazar una vida de generoso discipulado misionero.
Para cada sacerdote, la ocasión de una ordenación nos ayuda a renovar la gracia de nuestro propio día de ordenación con toda su alegría, su esperanza y su santo temor. Ese día, recé una oración a San Hilario, quien también la rezó cuando comenzó su ministerio: “Mientras desplegamos nuestras velas de fe confiada y nuestra declaración pública ante ustedes, llénalos con el aliento de tu Espíritu, para que nos guíe al comenzar esta ruta de proclamación de tu verdad. Se nos ha prometido, y el que hizo la promesa es digno de confianza: pida y le se le dará; busca y encontraras; Llama, y se le abrirá.”