by Luis Soto, Subdirector Ejecutivo del Secretariado de Evangelización y Catequesis
Soy inmigrante en los Estados Unidos y sobretodo soy muy nuevo en el Estado de Oklahoma. Una de las cosas que me trajo a Oklahoma fue la historia del Beato Stanley Rother. Había leído algo sobre él, visto videos y escuchado historias, pero fue hasta que leí su biografía titulada “El Pastor que no huyó, Beato Stanley Rother, mártir de Oklahoma” que realmente pude comprender la profundidad de su vida de santidad.
Escrito por María Ruiz Scaperlanda, el libro nos narra los sucesos que llevaron al martirio del Beato Stanley Rother el 28 de Julio de 1981 en Santiago Atitlán, Guatemala. Dios se vale de todos y de todo para mostrarnos el camino de la santidad, parece decirme este libro. Un joven inquieto y quizá con poca habilidad intelectual, que muchos pudieron haber pensado que no era buen candidato para el sacerdocio, termina siendo el primer sacerdote norteamericano en los altares.
Como latinoamericano, entiendo de primera mano las experiencias que vivió el P. Stanley en Guatemala y que son narradas en este libro. Debe haberse sentido humanamente aterrorizado por su vida, pero su fe y compromiso con el pueblo que tan fielmente sirvió era más fuerte. La manera como el libro está escrito parecía meterme a lo que estaba sucediendo y a la vida de un santo mártir por Cristo. Pedía oraciones, pero por encima de todo refrendaba su fe inquebrantable en su vocación de pastor: “Nos vendría bien una oración de vez en cuando por nuestra seguridad si es la voluntad del Señor. Todavía no quiero abandonar a mi rebaño cuando los lobos lo atacan en cualquier momento”, escribió el beato en una carta 8 meses ante de dar su vida por sus ovejas.
“El pastor no debe huir a la primera señal de peligro, y dejar que las ovejas se las arreglen por su cuenta”, escribió el Padre Stanley en una carta a su amigo el Padre Frankie Williams. “Nuestra presencia aquí significa mucho para el pueblo”.
Todo católico de Oklahoma debería leer la biografía escrita por María Ruiz Scaperlanda. Es fácil de leer, bien organizado y en orden cronológico. Cita todas las fuentes que fueron usadas en su causa de beatificación y nos lleva a conocer la intimidad de la vida de un santo. Una escritora galardonada, pero en este libro nos muestra su corazón conmovido por el testimonio y la historia del beato.
“Rueguen por nosotros para que podamos ser signos del amor de Cristo para nuestra gente. … que nuestra presencia entre ellos los fortifique para que puedan soportar estos sufrimientos en preparación para la venida del Reino”, escribió el P. Stanley.
Para sacerdotes, para laicos, para misioneros, para servidores, para madres de familia y padres de familia, para hijos y hermanos, el libro “El pastor que no huyó” debe ser leído por todos los católicos de la Arquidiócesis de Oklahoma City y, me aventuro a decir, por todo católico en los Estados Unidos.