La realidad de la vida después de un aborto no es un asunto de discusión en programas de televisión o en los noticieros. Sin embargo, los números crecientes de hombres y mujeres, que admiten que, “Están sufriendo por su decisión de abortar”. El aborto no solo impacta a la mujer que aborto, sino también a todos los que participaron en la decisión de abortar.
Maria es una esposa y madre de 38 años. Está casada con Antonio. Tienen dos hijos, un niño de 13 años y una niña de 11 años. María comparte su historia: “Cuando yo tenía 19 años, quede embarazada. El padre era mi novio de mucho tiempo. Yo no tenía el valor de contarles a mis padres sobre mi embarazo. Tome la decisión de que lo mejor era abortar a mi bebé. Pensé que una vez que hiciera esto, todo regresaría a la normalidad. Lo único que puedo decir es que las mujeres que entramos a una clínica abortiva salimos de ahí siendo otras personas. La mujer vibrante, contenta y energética se había desaparecido y nunca más volvió. Mi vida se comenzó a desmoronar. Mi novio y yo nos separamos.
Al pasar el tiempo me case con mi esposo y tuvimos hijos. Pero yo no me podía perdonar por haberme hecho un aborto. Yo sentía que había matado a mi propio hijo. Cuando mis hijos cumplían años, recordaba al hijo que había abortado y calculaba su edad. Pensaba si él se hubiese parecido a alguno de mis hijos. Contuve toda mi tristeza, culpabilidad y remordimiento dentro de mí.
Escuche sobre el Retiro del Viñedo de Raquel. Tenía miedo hacer esa llamada telefónica para obtener más información. En fin, llame y hable con una mujer que comprendió lo que yo sentía. Asiste al retiro y la sanación que sentí me cambio profundamente y fundamentalmente. No solo encontré el perdón de Dios, sino que Dios hizo posible que pudiera perdonarme a mí misma. Una parte de mi murió cuando tuve el aborto, y la sanación de Dios me ha restituido. Por primera vez en muchos años siento nuevamente en mi vida, alegría y gozo. Me he reconciliado con Dios. Mi relación personal y profunda con el Señor crece más fuerte cada día.”
José y Amelia abortaron a su hijo en su juventud. Entre ellos se pusieron de acuerdo para nunca hablar del aborto. Pasaron los años y tuvieron problemas en su matrimonio. Ambos se sentían desconcertados del coraje inmenso y resentimiento que tenían el uno por el otro. Amelia comenzó a buscar en el internet soluciones a su problema. Encontró información acerca de problemas matrimoniales después de un aborto. Por primera vez en veinte años, José y Amelia hablaron del aborto pasado y del dolor emocional que este les dejo. El domingo siguiente, en el boletín de la Iglesia venia un anuncio para un Retiro del Viñedo de Raquel.
José y Amelia asistieron a ese retiro como pareja. Ellos resumieron su trayectoria: “No teníamos idea de la profundidad del dolor por la pérdida de nuestro bebé. Aquella pena que se había quedado sin resolver y el coraje que habíamos guardado dentro de nosotros a causa del aborto estaba destruyendo nuestro matrimonio. Durante el retiro, experimentamos la tristeza, aflicción y la vergüenza que sentíamos en compañía de las otras personas que sentían lo mismo que nosotros. Fue como que si se hubiese encendido una luz en nuestras vidas y en nuestra relación. Salimos de la oscuridad, a la luz del amor y perdón de Dios. Se quito un peso de nuestros corazones. Fuimos capaces de perdonarnos a nosotros mismos y reconciliarnos con Dios. Para nosotros, este es un preciado regalo.”
Ricardo tenía 30 años. En su juventud, él vivió una vida desordenada que lo llevo a una serie de relaciones destructivas con problemas de alcoholismo y drogadicción. Se alejo de la Iglesia. Ricardo cuenta su historia: “Que una tarde, solo en casa en una confusión mental después de alcoholizarme, sintió la urgencia de acudir a la Biblia que había sido de mi abuelo fallecido, y que se encontraba en el rincón de mi closet, la abrí y comencé a leer los pasajes que mi abuelo había subrayado. Sentí como que si estuviese leyendo una seria de instrucciones de cómo cambiar mi vida. Ese fue el comienzo de una nueva vida. Regresé a la Iglesia y comencé a vivir una vida diferente. Recordé las veces que animé a mis novias a que se hicieran un aborto. Me horrorizaban mis acciones. Me confesé con mi sacerdote y el me informo sobre el Viñedo de Raquel. Asistí a un retiro. Al final del retiro, sentí que había regresado totalmente a casa, la Iglesia. Dios me amó y me redimió de este triste, triste pasado.”
Muchos han luchado por años después de haber experimentado un aborto. Es muy común que no únicamente las mujeres, sino también los hombres e inclusive otros familiares o amistades sientan tristeza, ansiedad, culpabilidad y otros sentimientos de dolor. Este retiro confidencial y privado de fin de semana ofrece una oportunidad profunda para sentir el perdón y el amor tierno de Dios. Es gratuito, pero requiere inscribirse con anticipación. Por favor, comuníquese al número (405) 709-2708 o envié mensaje por correo electrónico a [email protected]. (Sus llamadas telefónicas y mensajes son confidenciales)