¡Acompáñenme en el Congreso de Avivamiento Eucarístico Nacional en Indianápolis!
En noviembre del 2021, mis hermanos obispos y yo viajamos a Baltimore para nuestra primera reunión en persona de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos desde que la pandemia interrumpió nuestro ciclo semestral de reuniones. Todos estábamos deseosos de encontrarnos en persona y no a través de un encuentro virtual, como tratamos de hacer el pasado mes de junio.
La reunión resultó decisiva para nuestra conferencia episcopal y para la Iglesia en los Estados Unidos.
En lugar de simplemente analizar el pasado y centrarnos en las dificultades de pastorear la Iglesia durante los meses transcurridos desde el inicio de la pandemia, llegamos a un nuevo estado de esperanza cuando votamos abrumadoramente a favor de embarcarnos en un ¡Avivamiento Eucarístico de tres años.
Reflexionando sobre esa reunión decisiva, reconozco que el rumbo que discernimos para guiar a la Iglesia en su caminar fue una ratificación providencial de la centralidad de la Eucaristía en la vida de la Iglesia.
La pandemia y el caos mundial que se desató privaron a muchos fieles del encuentro semanal y cotidiano con Cristo en la Eucaristía, que es el sustento vital de nuestra Iglesia. La fuente de gracia que brota de la Eucaristía se estrelló contra las barreras humanas durante los meses del 2020 y 2021. El único camino a seguir era empezar a derribar esas barreras y permitir que el flujo de la gracia de Dios llegara de nuevo a los fieles. Ese ha sido el objetivo de este Avivamiento Eucarístico en el que ahora nos encontramos.
Durante este año del 2024, tengo la intención de dedicar mi columna “Lánzate hacia lo más profundo” a explorar este misterio central de la Iglesia. ¿Por qué? Porque la Eucaristía ¡es nuestro encuentro más íntimo que podamos imaginar con el Dios vivo.
El papa Francisco, en su carta apostólica “Desiderio Desideravi” sobre la Formación Litúrgica del Pueblo de Dios, escribe: “En la Eucaristía … se nos garantiza la posibilidad de encontrarnos con el Señor Jesús y de ser alcanzados por el poder de su Pascua” (DD 11).
Más adelante, el Santo Padre describe el encuentro con la Eucaristía como “sumergirse en el horno del amor de Dios” (DD 57). Como su arzobispo, rezo fervientemente y deseo profundamente que todos los fieles de nuestra arquidiócesis experimenten este encuentro con el amor de Dios en la Eucaristía.
Ciertamente se ha publicado mucho sobre la Eucaristía — no sólo en este último año, sino desde la primera carta de san Pablo a los Corintios, en la que describe la concepción que la Iglesia primitiva tenía de la Eucaristía como memorial de los acontecimientos salvíficos del Misterio Pascual de Cristo, es decir, de su Muerte y Resurrección. “Pues cada vez que comen este pan y beben de este cáliz, anuncian la muerte del Señor, hasta que venga” (1 Cor 11,26).
Así pues, mi objetivo es extraer, de las numerosas fuentes de nuestras tradiciones teológicas, litúrgicas y pastorales católicas, y presentar una enseñanza exhaustiva sobre la Eucaristía a través de esta serie de artículos.
Seguiré la pauta dada por el Catecismo de la Iglesia Católica, pero también abordaré algunas otras dimensiones de nuestra fe eucarística que son particularmente oportunas mientras caminamos juntos en este Avivamiento Eucarístico Nacional.
Mientras nos centramos juntos en la Eucaristía este año, los invito a que sigan la serie de columnas y las comenten en sus parroquias, con su familia y en sus grupos de fe comunitaria. Permita que esta catequesis profundice su deseo de encontrarse con Jesucristo y lo prepare como discípulo misionero y pueda compartir ese encuentro salvífico con otros.
Hablando de misión, también me gustaría invitarlos para que me acompañen este verano en el 10mo Congreso Eucarístico Nacional ¡en Indianápolis.
La arquidiócesis de Oklahoma City ha reservado 250 entradas para este acontecimiento histórico, el mismo que esperé con ansia en nuestra reunión nacional de obispos hace más de dos años.
Ha llegado el momento de hacer realidad nuestra visión. Esta es nuestra oportunidad de formar parte de algo que nos unirá más como Iglesia. Esta es nuestra oportunidad de acercarnos a Jesús en la Eucaristía. Esta es nuestra oportunidad de prepararnos para la misión que nos corresponde en virtud de nuestro bautismo y a la que somos enviados al final de cada Misa: “Vayan y anuncien el Evangelio del Señor”.
No hay otro camino que éste: Buscar más ardientemente ese horno del amor de Dios en la Eucaristía.
Visite archokc.org/nec2024 para obtener más información sobre el Congreso Eucarístico Nacional que se celebrará en Indianápolis del 16 al 22 de julio.