En las últimas semanas del Tiempo de Pascua, celebramos un misterio muy importante pero difícil de nuestra fe, la Ascensión de Jesús, que comparado con las impactantes verdades que celebramos en la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor, es al parecer menos comprensible.
¿Qué significa ser parte de la Iglesia Católica? ¿Ser un miembro de ella? ¿Es como tener una membresía a un club o un partido político al que podemos unirnos y salirnos cuando queramos? Aun cuando muchos católicos lo ven así, nuestro bautismo tiene consecuencias mayores.
El 19 de abril de 1995, el miércoles después de la Pascua, una bomba estratégicamente colocada al frente del edificio federal Murrah en el centro de Oklahoma City, apagó las vidas de 168 personas, muchos de ellos niños que se encontraban en la guardería del edificio.
¡Cristo ha resucitado! ¡Aleluya! Otra jornada de Cuaresma ha terminado con la gozosa celebración de la resurrección de Jesucristo en la Pascua. La Cuaresma nos ha dado la oportunidad de reflexionar sobre nuestra más profunda identidad como seres humanos, como hijos de Dios y, particularmente, como católicos.
Es muy común que, para referirse a las cosas sobre las cuales se tiene un interés intenso, las personas digan que eso “les apasiona”. Alguien puede ser apasionado del golf, la comida, el equipo de basquetbol de Oklahoma o el ejercicio. Y para todas esas pasiones, siempre existe algo más profundo dentro de nosotros que nos mueve a la acción.
Esta semana, a lo largo y ancho del mundo y marcada por diferentes prácticas culturales que van desde el cómo vestimos hasta lo que comemos o bebemos, las personas celebrarán la fiesta de San Patricio.